POR SARA SERVES
Dependiendo de la reacción a esta desorientación, el choque cultural puede ser un factor inhibidor a la adaptación al nuevo contexto y/o una experiencia de crecimiento personal en que la persona pasa a ser más consciente de quién es ella, pudiendo así, convertirse en una persona bicultural.
Las reacciones emocionales típicas del choque cultural son: ansiedad, confusión, frustración, extrañar, soledad, inseguridad, miedo, sentimientos de aversión y rechazo a la cultura receptora, estrés elevado. Nos sentimos fuera del contexto, un intruso, extranje ros.
En mi experiencia al inicio de mi llegada a Amazonas, todas las visiones exóticas, los olores de los alimentos, que muchas veces ya estaban descompuestos, la ansiedad por conocer lo nuevo, al pasar los años va desapareciendo. Nos sentimos confundidos y frustrados porque no entendemos lo que sucede a nuestro alrededor. Ese estado mental persistirá, hasta que aprendamos algunos de los hábitos de la lengua y de la cultura.
Recuerdo una situación muy difícil que me ha tocado vivir, esto fue al inicio de mi llegada a Amazonas. Fuimos a visitar una comunidad de un grupo étnico donde nunca había estado antes, no conocía nada sobre ellos, ni sus costumbres y tradiciones. En ese día llevábamos muchas donaciones en cajas para los niños de la comunidad, las cajas estaban pesadas llenas de ropa y útiles.
Al llegar a la comunidad, donde habíamos viajado por más de 6 horas en bote y estábamos cansados, observó que había un grupo de hombres sentados mirando nuestra llegada. Cuando nuestro bote para, nosotros comenzamos a llamar a esos hombres para que nos ayuden a descargar el bote diciéndoles que llevábamos regalos para todos los niños de la comunidad. En ese día había llovido y había mucho barro, teníamos que subir un barranco que estaba muy feo el camino para llegar hasta la comunidad para realizar nuestra actividad evangelística.
Cada vez que llamábamos a estos hombres ninguno de ellos respondió acercándose a ayudar. Entonces tuvimos que cargar nosotros mismos aquellas cajas tan pesadas, éramos 3 mujeres y un solo hombre en nuestro bote. Al comenzar a subir con estas cajas, recuerdo que por causa del barro me resbalé y caí de rodillas con todo el peso de esa caja, una mezcla de rabia se pasó por mi cabeza, y sin entender qué pasaba con esos hombres que no venían a ayudarnos, se me cruzaron tantas cosas en la cabeza.
Tuve que levantarme sola y lograr cargar nuevamente esa caja en mi hombro para poder continuar, mientras que los hombres solo hablaban entre ellos en un idioma que no entendía. Cuando llegamos a la casa del cacique o jefe de la comunidad, hablamos con él que aun faltaban muchas cajas para descargar, que habían quedado en el bote. En ese momento el cacique pronunció unas palabras en su idioma, y rápidamente estos hombres que solo nos observaban bajaron el barranco en busca de las cajas que restaban.
Yo necesitaba que alguien me explique que estaba pasando, hasta que un misionero que ya había estado trabajando con ellos por un periodo corto me dijo que los hombres en esa etnia no recibían ninguna orden de una mujer, que no permitían que ninguna mujer les enseñase ni tampoco les solicitó alguna cosa. Era duro esto para mí, porque se trataba de donaciones para sus hijos, pero luego entendí que no sabía nada de esta cultura y que debía entender y respetar sus costumbres.
Dios me enseñó que lo más importante en ese lugar era la formación de un obrero autóctono para discipular ese pueblo. Entendí que uno debe entender las barreras culturales que se presentan en cada lugar nuevo que entramos y que primero mi trabajo es conocer y aprender de cada grupo donde Dios me permite entrar.
Aceptar que con cada experiencia Dios va tratando nuestro corazón y nos prepara para trabajar con el pueblo que nos ha designado, que debemos ser pacientes para ver los frutos, maduros para no sentirnos mal al vivir algunas injusticias dentro de la comunidad o pueblo donde trabajamos o al ser rechazados.
Gracias a Dios hoy en ese lugar se cuenta con una iglesia y un pastor autóctono.
Recuperado de: Boletín del DNM