Las decisiones determinan nuestro destino

Por: Osvaldo Carnival

Las decisiones tienen el poder de hundirnos en el barro o de sacarnos de él. Son el punto de inflexión entre lo que somos y lo que podemos llegar a ser.

En 1640, el cardenal francés Richelieu dijo:
«Los problemas de estado son de dos tipos, fáciles o insolubles. Son fáciles cuando los has previsto. Cuando te estallan en la cara, ya son insolubles».


Así también en la vida espiritual y ministerial: muchas veces postergamos decisiones clave, y cuando los desafíos nos explotan en la cara, nos damos cuenta de que debimos actuar antes.

Las decisiones determinan nuestro destino.
En cada etapa de la vida enfrentamos decisiones trascendentales: con quién casarnos, qué carrera seguir, qué proyectos iniciar… pero hay una decisión que transforma eternamente: decidir obedecer el llamado de Dios.

Y una de las formas más claras y urgentes de obedecerlo es plantar nuevas iglesias.

¿Por qué? Porque cuando decidimos plantar iglesias, decidimos alcanzar a los perdidos. Porque cada iglesia nueva es una puerta abierta en una ciudad, un barrio o una comunidad donde antes no había luz.

La Gran Comisión no fue una sugerencia, fue una orden: “Vayan y hagan discípulos a todas las naciones” (Mateo 28:19). Y esa comisión se cumple con acción, con determinación, con decisiones valientes.

Cada iglesia plantada es un paso más hacia el cumplimiento de esa misión.
Por eso afirmamos: ¡Más Iglesias, cumplimos la Gran Comisión!

No dejes para mañana la decisión que puede cambiar vidas hoy.