Sandra Rea y Paez – Decana IBP
Hechos 2:14
El derramamiento del Espíritu Santo en pentecostés marcó un hito en la historia de la iglesia, es la piedra fundamental sobre la cual ésta sería fundada. El estruendo y el sonido de las voces proclamando las maravillas de Dios en distintas lenguas creó un ambiente de asombro y atención, los que presenciaron este evento se sentían desconcertados y necesitaban una explicación de lo que estaba sucediendo.
Los predicadores de hoy enfrentan un desafío similar, la gente quiere explicación del porqué creer, la fe se enfrenta al avance de la tecnología y la ciencia creando mayor dependencia en las explicaciones racionales y materialistas del mundo. Además, el pensamiento crítico y el escepticismo se hacen más evidentes debido a una educación más globalizada. La diversidad cultural ha expuesto a las personas a una variedad de creencias y filosofías, fomentando una visión más pluralista y menos centrada en una sola fe.
En Hechos 2:14, a través del ejemplo de Pedro encontramos cuatro claves para superar los desafíos que el predicador enfrenta en la actualidad.
“Pedro, poniéndose en pie con los once”, la primera clave es la unidad. Al presentarse juntos, Pedro y los once mostraron que el mensaje que estaban a punto de compartir no pertenecía a una sola persona, sino que representaba el consenso y la autoridad colectiva de los discípulos, quienes serían luego los líderes de la iglesia. Se ve simbolizada en este acto, la unidad y la consistencia del grupo de apóstoles.
Al igual que Pedro, los predicadores modernos deben buscar el apoyo y la unión con su fraternidad. Presentarse con el respaldo de otros líderes no solo fortalece el mensaje, sino que también muestra una imagen de un vínculo legítimo que puede inspirar confianza y respeto en la audiencia.
Además, esta escena resalta la importancia del liderazgo en equipo. Mientras Pedro asumía un rol visible, lo hacía con el respaldo y la unidad de los otros apóstoles, lo cual es un recordatorio de que la predicación efectiva a menudo se basa en el esfuerzo conjunto y la colaboración. Para los predicadores contemporáneos, esto significa que trabajar en equipo y buscar la guía colectiva puede enriquecer sus mensajes y fortalecer su ministerio
“Alzó la voz y les habló diciendo”, la segunda clave es mostrar confianza. Un volumen de voz firme y claro logra proyectar seguridad y liderazgo, lo cual puede hacer que la audiencia tenga más confianza en lo que dices.
Alzar la voz al dar un discurso sirve para enfatizar puntos clave y transmitir emociones fuertes como la pasión o el entusiasmo. Esto ayuda a captar la atención de la congregación y a destacar las partes más importantes del mensaje, asegurando que no pasen desapercibidas y que la prédica sea más convincente y envolvente. Cambiar el volumen de la voz puede mantener la atención de los hermanos, evitando que el discurso se vuelva monótono y aburrido.
“Varones judíos y todos los que habitáis en Jerusalén”, la tercera clave es conocer la congregación. Pedro basó su mensaje en las profecías del Antiguo Testamento, especialmente citando al profeta Joel y los Salmos, para conectar con su audiencia judía y mostrar el cumplimiento de las Escrituras en Jesús.
Es fundamental que un predicador conozca las necesidades de su comunidad para que su mensaje sea más efectivo y significativo. Entender los desafíos, preocupaciones y deseos de la fraternidad permite al predicador adaptar su sermón de manera que conecte personalmente con los oyentes. Este conocimiento proporciona la oportunidad de ofrecer respuestas y soluciones prácticas desde una perspectiva espiritual, haciendo que el mensaje no solo sea relevante, sino también aplicable a las situaciones diarias de las personas.
Además, al mostrar empatía y comprensión hacia los creyentes, el predicador puede establecer una conexión más profunda y genuina. Esto fomenta un ambiente de confianza y apertura, donde las personas se sienten escuchadas y valoradas. Un predicador que se preocupa por las necesidades de su congregación no solo enriquece su mensaje con relevancia y compasión, sino que también fortalece la comunidad y nutre el crecimiento espiritual colectivo
“Esto os sea notorio, y oíd mis palabras”, la cuarta clave es establecer autoridad y credibilidad. Pedro comienza su discurso con esta exhortación para asegurarse de que todos los presentes presten atención a lo que va a decir. Es una forma de preparar a la gente para el mensaje importante que va a comunicar, afirma su posición como vocero autorizado para explicar los acontecimientos que acaban de presenciar, es decir, el derramamiento del Espíritu Santo y el hablar en lenguas.
La enseñanza de Pedro es sumamente relevante para los predicadores actuales, su llamado a la atención es un recordatorio de la importancia de captar la atención de la iglesia desde el inicio del sermón. Un predicador debe comenzar con una introducción que despierte el interés y prepare a la congregación para el mensaje que va a compartir. Esto puede lograrse mediante una declaración impactante, una pregunta provocadora o una historia notable que conecte con los oyentes.
Pedro se apoyó en su conocimiento de las Escrituras y su testimonio personal para ganar la confianza de quienes le estaban escuchando. Los predicadores de hoy deben hacer lo mismo: basar su mensaje en una sólida comprensión bíblica y teológica, también en experiencias personales genuinas que demuestren la aplicación práctica de su enseñanza. Asimismo, la claridad y la convicción con la que se presenta el mensaje son cruciales para asegurar que la congregación entienda y valore lo que se está comunicando.
Cada día los desafíos para el predicador seguirán incrementándose, ya que vivimos en una sociedad que sufre cambios abruptos y constantes, aunque la necesidad de cada persona es la misma, un profundo vacío y un hambre interno que solo puede ser saciado por el amor de Dios, la gracia de Jesús y una comunión con el Espíritu Santo.
Tenemos un mensaje poderoso que transmitir, trabajemos en unidad, confiemos en nuestras capacidades dadas por Dios, seamos empáticos con nuestra gente y con autoridad, aferrados a la Palabra, haremos que nuestra predicación sea efectiva.