Agentes de Paz y la Misión de Plantar Iglesias

Por: Osvaldo Carnival

Queridos pastores y líderes:

El llamado de Dios en nuestras vidas nos invita a ser portadores de su paz, agentes de transformación en un mundo que necesita reconciliación y restauración. Lucas 10:6 nos enseña que la paz es una bendición espiritual que se imparte:
“Si hay allí alguien digno de paz, gozará de ella; y si no, la bendición no se cumplirá.”

Como pastores, tenemos el privilegio y la responsabilidad de vivir y compartir esta paz, pero también debemos multiplicarla en nuestras comunidades. Una forma poderosa de hacerlo es a través de la misión de plantar iglesias.

La paz como estilo de vida pastoral

En nuestro ministerio, la paz debe ser evidente en cada relación, desde nuestras familias hasta las comunidades que lideramos. Sin embargo, esta misión no puede limitarse a nuestras iglesias locales. Plantar iglesias nos permite extender la paz más allá de nuestras fronteras inmediatas, llevando el mensaje de reconciliación a nuevos territorios.

En Romanos 12:18:
“Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos.”

Plantar iglesias es un acto de obediencia a este llamado. Es establecer comunidades donde las personas encuentren refugio, unidad y sanidad en Cristo, convirtiéndonos en verdaderos hacedores de paz en un mundo dividido.

Christian Hadfield, desde la Estación Espacial Internacional, compartió una reflexión impactante:
“No se distinguen las fronteras desde aquí arriba.”

Así también, nuestras iglesias deben reflejar esta visión celestial, derribando barreras humanas y proclamando la reconciliación en Cristo. 

El apóstol Pablo lamentaba los conflictos entre hermanos en 1 Corintios 6:5-6, porque estas divisiones no solo afectan nuestra comunión, sino que debilitan nuestro testimonio ante el mundo. Al plantar iglesias, estamos construyendo espacios donde las relaciones pueden fortalecerse y donde las personas experimenten la unidad que sólo Cristo puede dar.

Queridos pastores, seamos agentes de paz no solo en nuestras vidas y ministerios, sino también a través del compromiso de plantar iglesias. Cada nueva iglesia es un faro de esperanza, unidad y restauración para nuestras comunidades.

Que el Dios de paz obre a través de nosotros, llevando su mensaje de reconciliación a cada rincón de nuestra nación. Argentina necesita iglesias vivas y transformadoras que reflejen la gloria de Dios.