POR MARCELO LUCERO
Hola, te saludo desde tierras mapuches, ya trabajando en el sur de chile hace ya 10 años.
Todo no fue de la noche a la mañana. En mis principios iba con el misionero Cassolini, trabajando como misionero apoyo ministerial a las comunidades mapuches de Quiñenahuin, en el sur de Chile. Íbamos cada 15 días, y nos hospedamos en casa de un pastor mapuche que vive a 600 metros arriba de la montaña. Nuestra base se encontraba en la ciudad de Temuco.
En las comunidades trabajamos en el área de enseñanza, predicación y visitación. Todo este trabajo lo hicimos por muchos años, hasta que un obrero que ahora es pastor nos hospedó en su casa, y ya no teníamos que subir la montaña.
Con el tiempo al misionero Fernando Cassolini lo pusieron como encargado de la escuela secundaria evangélica, para que con el tiempo sea habilitada.
He trabajado en otras comunidades mapuches, una que se llama Naipio, actualmente no estoy yendo porque estoy cuidando la escuela secundaria evangélica que ya está aprobada. Por ejemplo, este mes vinieron funcionarios del ministerio de educación de Chile. El día no lo sabía, pero llegaron.
En frente de la escuela secundaria hay una iglesia mapuche de las Asambleas de Dios en la cual predicó regularmente. Mapuches de cerca del lugar vienen para que yo predique en su radio cristiana.
Trabajando en este lugar hemos recibido muchos grupos. He recibido a una escuela primaria evangélica de Santiago de Chile para realizar un retiro. También hemos recibido exploradores del rey de Chile, y equipos de trabajo todos los veranos. Pasamos muchas dificultades al cruzar fronteras infinidades a veces, también peligros en el tiempo de pandemia, pero el Señor ha sido fiel. Podría contar infinidades de testimonios acerca de ello.
Dios siempre nos ha bendecido, y me ha permitido ser de bendición. Gracias a Dios pude bendecir con estufa nueva de combustión lenta, equipos de audio, micrófonos inalámbricos, con sus baterías y cargador de batería a la comunidad mapuche de Naipio.