POR CARLOS VALDEBENITO
Mi nombre es Carlos. Hace 8 años salimos junto a mi familia desde la Patagonia Argentina rumbo a España con un proyecto definido. Recuerdo en mi tiempo de gira recorrer las iglesias argentinas presentando lo que Dios había puesto en nuestros corazones, y cómo nos imaginábamos que podríamos llevar adelante tantos planes.
Desde el día que llegamos a España comenzamos a trabajar el Departamento Nacional de Misiones de España (DEMADE), y fue tan satisfactorio ver el cumplimiento de tantos sueños. Colaboramos en la promoción de misiones, ayudamos a armar la red de promoción, recorrimos iglesias enseñando del tema, colaboramos con la escuela de misiones, entre tantas otras cosas. Para nosotros no era algo nuevo, porque era lo que llevábamos haciendo ya por 20 años en nuestro país. Así que estábamos cómodos desarrollando esa tarea, y llevando adelante lo que habíamos planeado.
Sin embargo, al tiempo Dios cambió un poco nuestros planes. En nuestro caso fue luego de la pandemia, y ahora, viendo hacia atrás, podemos asegurar que Dios no solo cambió nuestros planes, sino que los mejoró. Después del 2021, como familia nos mudamos a un pueblo pequeño, llamado Torrejón del Rey. Allí comenzamos a ayudar a varios vecinos a limpiar sus casas, pues luego del tiempo de la pandemia, muchos jardines estaban descuidados, con el pasto crecido después de tanto tiempo sin cuidado. Muchos vecinos eran ancianos y no podían hacerlo sin ayuda, así que nos ofrecimos a dar una mano. Sin darnos cuenta, pronto teníamos cerca de diez familias que querían que ayudemos a abrir una iglesia en ese lugar. Nosotros nunca nos imaginamos ser pastores aquí en España, ni mucho menos abrir una iglesia. Es verdad que siempre en Argentina colaboramos en el ministerio, y hasta ayudamos a abrir una obra en Comodoro Rivadavia, pero apoyando a nuestros pastores.
No era algo que estuviera en nuestros planes, pero entendíamos que Dios abría una puerta en esa dirección.
Cuando comenzamos esta tarea, comenzamos a reunirnos en un descampado donde habían algunas mesas. Comenzamos haciendo algo con los jóvenes, compartiendo una palabra y, principalmente, pasando tiempo con la gente. Pero al poco tiempo, el grupo había crecido. Y fue así como el 3 de mayo del 2021 realizamos la primera reunión formal en el salón de un hotel, donde asistieron más de 50 personas. Realmente todo había crecido muy rápidamente.
Estuvimos cerca de tres meses reuniéndonos en el hotel, hasta que nos mudamos a otro pueblo llamado Camarma de Esteruelas. Es un pueblo muy lindo, con cerca de 8500 habitantes. Y recorriendo el pueblo vimos un lugar con mucho potencial para ubicar la iglesia.
Averiguando sobre este local, nos enteramos de que había estado cerrado y abandonado por 10 años. Antiguamente fue un restaurante llamado “El Mar Rojo”, que funcionó por un tiempo, pero no le fue bien financieramente y cerró. Sin embargo, al poco tiempo estuvo a punto de reabrir, pero para funcionar como prostíbulo.
También nos enteramos de que desde hace muchos años en este mismo pueblo funcionó una base de misioneros de Estados Unidos. Como fruto de esta base nació una escuela cristiana, que aún hoy permanece en el lugar. Y cuando uno de los profesores de la escuela supo de los planes para este lugar, junto con alumnos de 13 y 14 años fueron a rodear el edificio, orando para que el prostíbulo no pueda abrir, y que en su lugar se abra una iglesia.
Dios escuchó esa oración, y el prostíbulo nunca abrió sus puertas. Y por más de 10 años
el lugar permaneció cerrado. Desde aquel día nada cambió, hasta que llegaron unos misioneros argentinos sin experiencia pastoral, pero dispuestos a obedecer a Dios.
Se podía ver Su mano detrás de todo el asunto. En la primera reunión que tuvimos con los dueños del lugar nos bajaron el precio de alquiler. Todo se fue encaminando, y luego de mucho trabajo para reacondicionarlo, ya en noviembre de ese año, estábamos abriendo las puertas de la iglesia. Sin nosotros planearlo, experimentamos como Dios estaba contestando aquellas oraciones realizadas 10 años atrás. Y vemos como la iglesia
continúa creciendo. Este mes estamos cumpliendo ya 3 años, con un lindo grupo de más de 90 personas.
Estos años han sido de mucho aprendizaje. Entendemos que Dios nos llamó, y que Él va poniendo gente a nuestro lado para que se pueda ir formando. Siempre decimos en los equipos que Dios nos ha permitido formar que no queremos ser el techo de nadie, sino el piso en el que puedan tener sólidas bases, y que puedan construir sobre ellas.
Hoy podemos decir que el pastorado, dentro de nuestra experiencia misionera, nos ha hecho crecer mucho. Entendemos mejor la cultura, hemos madurado bastante, y Dios nos permite ver los frutos de todo lo sembrado. Incluso podemos ver con gran alegría que nuestros propios hijos son parte del ministerio en la iglesia.
Cuando realizábamos nuestros planes misioneros teníamos una idea de lo que era la iglesia española. Al pisar estas tierras y trabajar con las iglesias, fuimos aprendiendo mucho más. Y algo que puede llamar la atención es que, si bien las iglesias están en España, muchas veces los españoles en ellas son una minoría. Los latinos le han dado mucho dinamismo a la iglesia, y eso es muy atractivo. Pero en ciertos casos, muchos españoles no sienten como propia a la iglesia.
Al abrir la iglesia, sentimos de parte de Dios que debíamos prestar atención a ello, y hoy en día vemos con alegría que un gran porcentaje de españoles están llegando y permaneciendo en la iglesia. Y esto también representó un gran aprendizaje para nosotros.
Pues las culturas son diferentes, y las estrategias también necesitan serlo. Con los latinos teníamos experiencia y sabíamos cómo realizar el trabajo, pero con los españoles debíamos aprender. Pero más que quejarnos por las diferencias, el desafío fue aprender de ellos y adaptarnos.
Como iglesia buscamos que nuestro trabajo sea tanto adentro, como afuera de la iglesia. Trabajamos mucho en evangelismo, y también en la parte social en el pueblo. Hace poco nos presentamos ante la alcaldesa para ofrecer nuestras manos en cualquier tarea que el pueblo necesitara, y ella estaba sorprendida. Era muy raro para ella que alguien se presentara ante ella no para pedir algo, como siempre sucede, sino a ofrecer ayuda.
Entonces nos dijo que veía un cambio positivo en el pueblo gracias a la iglesia. A veces no nos damos cuenta del impacto que la iglesia puede tener. Siempre buscamos que la gente pueda volver a mirar a Jesús, y ciertamente Él se está mostrando en Camarma de Esteruelas por medio de Su Iglesia.
Por eso queremos alentarte a que puedas decirle que sí al llamado de Dios. A los ojos humanos muchos planes parecen imposibles. Por ejemplo, uno podría preguntarse qué puede lograr una familia de la Patagonia, apoyados por la iglesia de un país en crisis, en Europa. Pero Dios es el que sigue abriendo las puertas, y quien sigue proveyendo para que se haga su obra.