Quiero compartir con ustedes un mensaje que ha sido grabado en lo profundo de mi corazón. Permitan que las palabras de Romanos 13 resuenen en nuestros espíritus mientras nos sumergimos en la verdad de la Palabra de Dios.
Ha llegado el momento, queridos amigos, de despertar del sueño en el que hemos estado sumidos. Sí, la salvación está más cerca de nosotros ahora que cuando primero creímos. La noche ha pasado, y el día está cerca. Es hora de desechar las obras de las tinieblas y revestirnos con la armadura de la luz.
Querido pueblo de Argentina, siento en lo más profundo de mi ser que Dios está hablando a nuestras vidas como nunca antes. Nos llama, como el cuerpo de Cristo, a estar de pie en este momento crítico de la historia. Como profetizó nuestro Señor Jesucristo en Mateo 24, estamos presenciando las señales de los tiempos: guerras, rumores de guerras, naciones levantándose contra naciones, hambre y pestilencia.
Pero no debemos temer, hermanos y hermanas. Jesús nos ha dado la respuesta en medio de estos tiempos tumultuosos. Nos ha instado a levantar nuestros ojos hacia Él, nuestra Redención que se acerca. Debemos mantenernos firmes en nuestra fe, sabiendo en quién hemos creído y confiando en Su promesa de que Él vendrá pronto.
Hay un grito de despertar que resuena desde los cielos en este momento. Debemos fijar nuestros ojos en Jesús como nunca antes, rechazando el miedo y la preocupación que intentan asaltarnos. Somos llamados a estar despiertos y alerta, listos para el regreso glorioso de nuestro Rey de Reyes.
Recuerdo el momento en que el Espíritu Santo me habló con una claridad asombrosa, diciéndome: “Hijo, toca la alarma”. Esta noche, esa alarma resuena en nuestras almas con una urgencia renovada. Estamos en el último segundo del último minuto, y debemos prepararnos para encontrarnos con nuestro Señor.
Hermanos y hermanas, este es el momento de despertar, de levantarnos y ser contados como soldados valientes en el ejército de Dios. Que nuestras vidas cuenten para la eternidad, que nuestras acciones reflejen la verdad del Evangelio y que nuestras coronas sean dignas de ser echadas a los pies de nuestro Salvador.
Que el fuego del Espíritu Santo arda en nuestros corazones mientras nos preparamos para enfrentar los desafíos de los días venideros. Que nuestra fe sea inquebrantable, nuestra esperanza firme y nuestro amor inagotable. Que seamos la voz que clama en el desierto, proclamando la verdad del Evangelio a una generación perdida y necesitada.
Que este mensaje sea un recordatorio constante de la urgencia del momento y de nuestra llamada a ser luz en medio de la oscuridad.
Mensaje emitido por Nathan Morris en la Convención Nacional UAD 2024.