Nos alegra poder compartir nuestra experiencia en Europa. Estas son algunas impresio-
nes de nuestros casi 12 años de trabajo en Alemania, que más nos han marcado espiri-
tual y personalmente.
Al llegar en el año 2012 nos encontramos con una sociedad muy culta, ordenada, por
momentos individualista que nos inspiró con el correr de los años a superarnos como
personas. No se puede vivir como latinos en medio de una cultura europea si el objetivo
es la inculturación y evangelización.
Podemos afimar que crecimos en áreas como la puntualidad y la planificación tanto en
actividades ministeriales como privadas. En la iglesia fijamos las fechas con 6 meses y
hasta un año de anticipación. Hay muy poco margen para la improvisación y la espon-
taneidad.
Vivir en Alemania nos ayudó a ser más concretos en nuestra manera de pensar y comu-
nicarnos. El ciudadano alemán es muy estructurado y necesita ideas claras para enten-
der en qué dirección se orienta el trabajo y de esta forma tomará la decisión de involu-
crarse o no. Un trabajo bien organizado genera más confianza y garantiza mayor apoyo
por parte de los líderes y miembros. Digno de destacar es nuestra influencia como argentinos, nuestra pasión por Jesús y nuestra entrega. Desde que llegamos participamos indefectiblemente cada fin de semana del culto. El promedio alemán asiste solamente 2 veces por mes al culto. Les resulta muy difícil el compromiso.
La forma de liderar nos llevó a replantearnos aspectos de nuestra formación que debíamos cambiar para evitar un choque cultural.
Hemos logrado muchos contactos a través de nuestros hijos. Las reuniones de padres y actividades extraescolares fueron ocasiones propicias para generar lazos con otras familias y construir una linda amistad.
El contacto social a través del trabajo: decir que somos misioneros en nuestro contexto
no dice mucho. Genera más interés tener un oficio y un trabajo como los demás, y en
nuestro caso también pastoreamos. La reacción es de asombro, ¿pastor? ¿sacerdote? Y
por supuesto que se imaginan un cura con sotana, así como ellos lo conocen. Por otro
lado, esta situación no es la ideal porque se le quita tiempo a la familia y se dificulta
muchas veces hacer un trabajo de calidad por la falta de tiempo que resta un trabajo
secular.
La necesidad espiritual es realmente muy grande y hemos tenido charlas pastorales en
los lugares menos pensados. En el auto de camino a un lugar, detrás de una máquina en
reparación, en la plaza de la ciudad, etc. Nos hemos encontrado con muchos casos de
depresión, desórdenes mentales y ataduras, alcoholismo y traumas de la niñez.
La iglesia
La comunidad de fe fue un elemento esencial en nuestra adaptación y desarrollo. Pastoreamos una iglesia alemana 8 de los casi 12 años que vivimos aquí. Cada fin de semana es una oportunidad de crecimiento única. Poco a poco nos afianzamos en el idioma y llegó el tiempo en que nuestro ministerio de sus frutos… personas que se bautizaron,
jóvenes que formaron su matrimonio y afianzaron su fe, líderes que crecieron a nuestro
lado, ¡que bendición! No hay nada más lindo que ver las oraciones contestadas y sentir
que nuestro trabajo no fue en vano.
Uno de nuestros objetivos era dar a conocer nuestra iglesia y construir un puente con la
sociedad y esto lo logramos a través del trabajo con los refugiados. Fuimos contactados
por el intendente para formar un equipo de trabajo con diferentes profesionales y volun-
tarios de la ciudad para ayudarles en su integración y necesidades.
En la primera ola de refugiados (2015) trabajamos con afganos, sirios, africanos, etc. Al-
gunos de ellos se congregan aun en nuestra iglesia, con otros que fueron reubicados mantenemos contacto esporádico.
La segunda ola de refugiados (2022) llegó con la guerra entre Rusia y Ucrania. Nos reuni-
mos con las familias ucranianas una vez al mes. Celebramos los cumpleaños de los niños
y les proveemos la ayuda necesaria. Fuimos parte de su familia y vivimos experiencias
muy profundas. Niños que saben que sus papás pueden morir en cualquier momento
en un enfrentamiento militar. Esposas que intentan solas, con sus hijos, forjar un futuro
con una lengua desconocida en una sociedad con criterios sociales y políticos no tan
fáciles de congeniar.
Desafíos alcanzados
– Instalarnos, cumplir con todos los trámites y requisitos gubernamentales. Obtener
distintas visas hasta alcanzar la residencia permanente.
– Estudiar el idioma (y continuamos haciéndolo). Estudio de cultura y política.
– Aprobar exámenes obligatorios para la permanencia en el país y para adquirir pa-
saporte.
– Obtener la licencia de conducir luego de intensivos estudios teóricos, prácticos y
exámenes.
– Trabajar activamente en una iglesia local, primero como apoyo ministerial y luego
como pastores.
Para concluir, nuestra tarea continúa, los desafíos siempre se renuevan y nos estamos
trazando nuevas metas para trabajar en un área diferente en lo próximo. Hemos de destacar que nada hubiese sido posible sin la ayuda de Dios, quién nos sostuvo hasta acá, y nos seguirá guiando en este apasionante ministerio y servicio a las misiones.
Matias, Carolina, Zoe, Dafne y Dominic Cabrera Müller
E-Mail: visionalemania2012@gmail.com