Estimados ministros UAD,
La Palabra de Dios y en la realidad de nuestro tiempo. En la Biblia, encontramos más de 50 ocasiones en las que Dios nos exhorta con la frase “no temas”. Este mensaje, repetido a lo largo de las Escrituras, resuena especialmente en la vida del pueblo de Israel. Nos insta a no temer al permanecer en Él, a no temer ante las adversidades y a no temer cuando las circunstancias parecen adversas.
Un sinónimo directo para la palabra “temor” es “miedo”. El miedo es una fuerza que busca inhabilitarnos en la tarea que estamos llevando a cabo. Lo peculiar y particular del miedo es que paraliza; no permite avanzar y produce estragos en aquellos que lo sufren. En nuestra época, marcada por avances acelerados en la comunicación y el acceso instantáneo a las noticias a través de los medios, el miedo tiene más posibilidades de aparecer y afectarnos.
Es crucial comprender que la interpretación de ese miedo puede afectar a las personas, a nuestro ministerio y a nuestra Iglesia. No obstante, recordemos que el miedo es una mentira que no puede dominar a la Iglesia. Por medio de Jesús, el miedo fue destronado; perdió toda autoridad legal sobre nosotros. No somos esclavos del temor, ya que somos hijos de Dios. Como hijos, recibimos una esperanza a través de Cristo Jesús. Esta esperanza nos permite dirigirnos a nuestro Padre celestial, decir “Abba, Padre”, y seguir creyendo en el mensaje del evangelio, confiando en que Él estará con nosotros hasta el final.
Querido pastor, te animo a volver a la base de todo, a lo que nos llevó a decirle sí a Él: la esperanza en Jesucristo, nuestro autor y consumador de la fe. En este año 2024, visualizo a cada ministro de la UAD, como miembro de nuestra Iglesia, siendo personas llenas de esperanza, sin temor, con sus ojos puestos en Jesús, independientemente de la temporada que estén atravesando.
Sigamos creyendo en lo que Dios nos dice, recordando que, sin importar las circunstancias en Argentina, Dios se encargará de todo porque nuestra esperanza está en Él.