LA ORACIÓN QUE AGRADA A DIOS

Por: Por Claudio Freidzon

Tu decisión de hoy construye tu futuro. Dios es el mismo que bautizó a la iglesia en su comienzo, el día del Pentecostés. Es por eso que hoy desea activar tu fe para que puedas vivir en plenitud y así contagiar a tu familia y amigos. Si de su lado está el “llenarnos de su fuego” para llevar adelante su obra, de nuestro lado entonces, está el tomar buenas decisiones en el tiempo oportuno. Así como lo declara el Señor en su Palabra, “sus pensamientos son de bien”, por lo cual, Él desea obrar milagros y mostrarnos el mejor camino para nosotros. ¿Podrá Dios restaurar una familia, sanar un corazón o ayudarnos a vivir en santidad? ¡Claro que sí!

Dios puede sacar de lo malo, algo muy bueno; de lo poco, multiplicarlo en mucho. El Señor puede restaurar lo que se había destruido; puede ablandar corazones y sanar heridas. Pero, de nuestro lado, necesitamos tomar las decisiones correctas.

De nada sirve tomar una buena decisión cuando ya es demasiado tarde. Es por eso, que hoy la Palabra de Dios, toca a nuestros corazones para que podamos prestar atención a lo que el Señor desea guiarnos a comprender y así actuar de manera sabia.

Por lo tanto, veamos cuáles son las decisiones que debemos tomar en este tiempo:

Orar para alinearnos a Dios.“Una vez, Jesús estaba orando en cierto lugar. Cuando terminó, uno de sus discípulos se le acercó y le dijo: -Señor, enséñanos a orar, así como Juan les enseñó a sus discípulos. Jesús dijo: -Deberían orar de la siguiente manera: Padre, que siempre sea santificado tu nombre. Que tu reino venga pronto” (Lucas 11:1-2)

La primera decisión que necesitamos tomar en este tiempo es alinearnos con Dios. Es tener perseverancia en conocer su voluntad y poder avanzar hacia ella. Cuando Jesús les enseñaba a orar a sus discípulos, lo primero y más importante era declararnos sus hijos y someternos a su reino. Si el Maestro mismo necesitaba apartarse y conectarse con Dios, ¿cuánto más nosotros? Era allí donde recibía instrucciones para su ministerio, para la iglesia naciente y renuevo constante. Esta decisión va mucho más allá de pedir poder para ver milagros, sino primeramente, conocer lo que Dios desea hacer en cada situación. Es entablar un diálogo, donde nos alineamos a su plan y escuchamos su corazón.

Rodearse de cánticos de adoración. “Pues tú eres mi escondite; me proteges de las dificultades y me rodeas con canciones de victoria” (Salmo 32:7).

Evidentemente David, el salmista, estaba pasando tiempos difíciles y decidió rodearse de adoración, donde encontraba el verdadero refugio. ¡Más que nunca necesitamos incrementar el volumen de la alabanza a Dios! Nuestra adoración debe hablar más fuerte que la queja o el temor. Esto cambiará el ambiente de angustia y traerá libertad. ¿Es posible adorar a Dios en tiempos difíciles? ¿Cuáles son las alabanzas que cambian el ambiente en tu hogar?

Tener una fe intencional. Es tener una actitud activa, que se aleja de la comodidad para acercarse al Señor intencionalmente. Si anhelamos recibir algo de Dios, ¡es tiempo de levantarse para ir a buscarlo! Esta es la clase de fe que arrebata el milagro. “Una mujer de la multitud hacía doce años que sufría una hemorragia continua (…) Ella había oído de Jesús, así que se le acercó por detrás entre la multitud y tocó su túnica. Pues pensó: «Si tan solo tocara su túnica, quedaré sana» (…) Y él le dijo: «Hija, tu fe te ha sanado. Ve en paz. Se acabó tu sufrimiento»” (Marcos 5:24-34)

Esta mujer tenía un sufrimiento desde hacía muchos años. Sin embargo, tomó la decisión de buscar al Señor con una fe intencional. No se quedó esperando el milagro diciendo: “Si Dios quiere…” Sino que fue perseverante y lo buscó hasta que lo halló. Esta es la clase de fe que nos prepara para experimentar el cambio.

Llenar el vacío con plenitud. Cuando recibimos a Cristo en nuestra vida, de Él viene todo lo que necesitamos y en Él estamos plenos. ¿Qué es lo que distingue a un cristiano pleno? Es que luego de un genuino arrepentimiento, su vida es colmada de la presencia del Espíritu Santo. A un cristiano se lo distingue por los frutos, por el amor, porque conduce su vida sabiendo que es templo de Dios. Es la decisión de permitir que el Señor le ayude a resistir la tentación, a ser restaurado, a buscar la paz. Ser cristiano significa que Cristo vive en su corazón.

Jesús le dijo a sus discípulos: “En realidad, es mejor para ustedes que me vaya porque, si no me fuera, el Abogado Defensor[a] no vendría. En cambio, si me voy, entonces se lo enviaré a ustedes;” (Juan 16:7) “El Espíritu de Dios, quien levantó a Jesús de los muertos, vive en ustedes; y así como Dios levantó a Cristo Jesús de los muertos, él dará vida a sus cuerpos mortales mediante el mismo Espíritu, quien vive en ustedes”. (Romanos 8:11) “No me expulses de tu presencia y no me quites tu Espíritu Santo. Restaura en mí la alegría de tu salvación y haz que esté dispuesto a obedecerte”. (Salmos 51:11-12)

Decir Amén a las promesas de Dios. En 2 Corintios 1:18-20 Pablo enseña acerca de la fidelidad de Dios: “Mas, como Dios es fiel, nuestra palabra a vosotros no es Sí y No. Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, que entre vosotros ha sido predicado por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no ha sido Sí y No; mas ha sido Sí en él; porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios”. Dios es fiel y cumple sus promesas. Es por eso que necesitamos tomar la decisión de creerle al Señor. Aunque parezca muy difícil, Él tiene el poder para hacer realidad lo que te ha prometido.

Por lo tanto, es tiempo de alinearnos a la voluntad de Dios y buscar su presencia con un corazón rendido para agradarle. Más que nunca, necesitamos rodearnos de alabanza para que “pise” toda queja o temor y activar nuestra fe intencional para encontrarnos con los milagros de nuestro Padre Celestial. Puedes tomar la decisión de llenar el vacío con la plenitud del Espíritu Santo y confiar en que las promesas de Dios se cumplen. ¡Tu vida puede ser maravillosa! ¡Es tiempo de tomar buenas decisiones!