UN EJEMPLO A IMITAR

 Por: Por Larry Stockstill

“Y lo hicimos así, no porque no tuviéramos derecho a tal ayuda, sino para darles buen ejemplo.”  2 Tesalonicenses 3:9

 Un pastor es un modelo. Tú puedes cambiar Argentina, si dejas que Dios te cambie a ti. Piensa en un empleado del correo. En una oficina de correo hay sellos de toda clase. La que está ubicada en Mar del Plata, seguramente tiene un sello que dice ‘Mar del Plata’. ¿Pero qué pasa si el sello estuviese mal escrito, si le faltase una letra? Cada sello debería dar la impresión correcta. Algunos dirían: “Espere, cambie el modelo y después siga usando el sello”. 

Los pastores son el modelo de Dios, el sello divino. Él los sostiene en Su mano y deja impresiones grabadas en la vida de la gente. Su carácter es su sello. En el pasaje de La Biblia, Pablo les está hablando a los tesalonicenses al respecto de trabajar duro y dar un modelo que la gente pueda imitar. 

Hace muchos años, comencé a jugar al golf. Alguien me dio los palos de golf pero nunca pude mejorar. Hasta que me dediqué a mirar videos y vi cómo otros golpeaban. Así mejoré, simplemente mirando un modelo. Tú eres un modelo y la gente te está observando, te está imitando.

 

Pablo no tenía ningún problema en decir: “Sean imitadores de mí”. Es una frase dura pero la dijo vez tras vez: “Imítenme a mí, tomen como modelo para sus vidas la mía”. En esa época, no tenían Biblias, no tenían televisión. Lo único que tenían era una persona, un líder, que era como Cristo. Y él decía: “Imítenme a mí de la misma manera que yo imito a Cristo.” 

Predicar es maravilloso, me encanta predicar, pero no se trata de lo que dices, sino de quién eres. Estos hombres que se paran frente a un púlpito son modelos con sus familias, sus finanzas, sus matrimonios, sus iglesias, sus hijos, su pureza, su conducta. Tienes que vivir una vida de modelo. 

Me gustaría que puedas llegar a pensar: “Soy un modelo para la Argentina”. No importa si solo tienes 50 miembros, la gente en tu comunidad está observando tu vida.

Años atrás escuché a un profesor de un Instituto Bíblico que era un gran predicador. Tenía el cabello largo y cuando predicaba movía sus cabellos, por lo que todos los alumnos lo miraban. Uno podía saber quién había sido estudiante de él, porque todos sacudían su cabeza para acomodarse el cabello. ¡Aunque alguno fuera pelado, igual hacía el mismo movimiento! 

 

La gente te está observando, eres un modelo. Tal vez no seas el mejor predicador, pero si mantienes la fidelidad a tu esposa, si crías a tus hijos para que sirvan a Dios, si pagas tus cuentas, si eres honesto con el dinero, si guardas tus promesas año tras año, los demás dirán:

“Ese es un hombre bueno”. No importa cuántas personas tengas en tu iglesia. 

He visto a grandes pastores de grandes iglesias caer moralmente. Si el pastor vive como

un modelo del Señor, aunque tenga cincuenta miembros, merece todo el respeto.

Vivamos como un modelo del Señor.

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