Ocho consejos para la familia en tiempos de pandemia

Autor: Evelyn Saint

1 Pedro 5:7 RVC “Descarguen en él todas sus angustias, porque él tiene cuidado de ustedes.”

Mateo 6:25-27 RVC “Por lo tanto les digo: No se preocupen por su vida, ni por qué comerán o qué beberán; ni con qué cubrirán su cuerpo. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo, que no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros, y el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes mucho más que ellas?  ¿Y quién de ustedes, por mucho que lo intente, puede añadir medio metro a su estatura?”

La cuarentena ha cambiado drásticamente el estilo de vida que llevábamos, y ha sido especialmente difícil para los matrimonios con hijos, niños y adolescentes en casa.

¿Quién hubiera pensando en estos tiempos vivir esto?

Pero la realidad es que la cuarentena ha afectado profundamente a las familias, desde la extrema convivencia, problemas económicos, roces familiares, las clases escolares de los hijos, las restricciones, y las limitaciones para congregarse.

UNO. Sean honestos respecto a los temores que han vivido. Los problemas son reales, y es necesario hablar con el cónyuge y acomodar acuerdos y diferencias. Es necesario conversar y reconocer la realidad de los grandes impactos y dificultades que han producido estos últimos meses. Es imprescindible hablar como matrimonio sobre los altibajos de la vida, compartir los temores, esperanzas y emociones. Todas las mañanas o todas las noches tomen unos buenos minutos para conversar en profundidad.

DOS. Tienen que hacer el luto por las pérdidas que estamos viviendo. Es más que un virus, es más que una sobrecarga para la familia; es el distanciamiento social, el trabajo a distancia, y tantas otras consecuencias de salud emocional, física y espiritual. La cuarentena nos ha quitado lo conocido, lo familiar, y nos ha expuesto a una realidad muy complicada. O sea, hay que saber que hay dolor y luto por las pérdidas y cambios, y aún más por las pérdidas de las vidas de seres queridos.

TRES. Tomen descansos el uno del otro. No significa darle la espalda al otro, sino hacer actividades separadas como matrimonio, para tener tiempo personal a solas para estudiar la Biblia, leer un buen libro, descansar, realizar una actividad de recreación, etc.

CUATRO. Practiquen el cuidado propio. Cada uno es responsable por su bienestar spiritual, físico y emocional. El cónyuge puede apoyar y alentar al otro, pero el cuidado personal es tarea de cada uno. Tengan la meta diaria de comer bien, descansar bien, y atender la salud.

CINCO. Estén unidos como matrimonio. El adversario está afuera de ustedes, no dentro del matrimonio. Recuerden atacar y resolver los problemas, no atacar al cónyuge. Funcionen como equipo, conversen y ordenen entre los dos sus prioridades y objetivos como familia. Repartan lo mejor posible las tareas y responsabilidades del matrimonio. Y que los hijos también participen de tareas y obligaciones dentro de la casa según sus posibilidades.

SEIS. Hagan de su hogar un lugar seguro, donde no haya gritos, discusiones fuertes, y roces individuos. Sobre todo con hijos pequeños, es necesario un lugar de paz y tranquilidad, con orden en los horarios y en las tareas. Cuiden el orden y el tiempo de sus hijos, para que no vivan sin horarios, con desorden en su sueño, y con exceso de televisión o aparatos digitales como el celular o la tablet. Necesitan tiempo de calidad y diálogo con sus padres, y el apoyo directo y específico en sus vidas. Separen un tiempo específico para temas difíciles o complicados en el matrimonio de manera privada, y no estarlos hablando todo el tiempo. Fijar límites claros en el uso de la televisión, los celulares, el tiempo en redes, y horarios para dormir y levantarse. Es la oportunidad de ponerse al día con los pendientes que tienen, como también planear el futuro con sabiduría.

SIETE. Participen como familia de las reuniones de iglesia, sean presenciales o virtuales. Es demasiado fácil desenchufarse de la iglesia y de la fe, descuidarse y enfriarse. La pandemia es una oportunidad de fomentar más raíces espirituales y conversar los temas espirituales que están surgiendo.

OCHO. Inviertan en los demás: amistades de calidad, donde puedan comunicarse, chatear y estar comunicados. Estén comunicados con sus familiares y hermanos de la fe. Tengan un espacio solidario, de generosidad y aporte según las posibilidades, que son muchas. Tengan tiempo para enviar mensajitos de ánimo a personas que están solas o enfermas, o realizar visitas y ayudas de ser posible.

La pandemia es a la vez una crisis y una oportunidad, lo cual depende de nuestra actitud. Si vemos a la pandemia como una limitación, así nos irá. Pero si vemos a la pandemia como una oportunidad y desafío a crecer y salir adelante, así también será.

Deuteronomio 6:6-7 TLA “Apréndete de memoria todas las enseñanzas que hoy te he dado, y repítelas a tus hijos a todas horas y en todo lugar: cuando estés en tu casa o en el camino, y cuando te levantes o cuando te acuestes.”