Autor: Claudio Freidzon
A diferencia entre la Fe y la culpa, es que esta última busca la causa, en cambio, la Fe busca respuestas en Jesucristo. Cuando una persona busca la victoria, se levanta y busca respuestas.
Un ciego de Jericó recibe la vista. Lucas 18:35-43 RVR1960
Así como el ciego clamaba por el nombre de Jesús, con la convicción que Jesús cambiaría su presente y futuro, así hoy Dios hoy se detiene para escuchar tu clamor y te dice: “¿Qué quieres que haga por ti?”
¿Cómo superar el rechazo?
1-Estar en paz con Dios, la prioridad número uno en tu vida. Jesús quiere escucharte, Él está interesado en pasar tiempo contigo, y que te deleites en Su presencia. 2- Tener la certeza que Dios tiene un plan. Él ha preparado un diseño para ti. No importa lo que otros digan, sino lo que Dios declaró sobre tu vida desde el principio. 3- Recordar que la bondad de Dios es nueva cada mañana. El Soplo de Dios va a hacer algo nuevo en tu vida. Jesús quiere que experimentes lo que nunca habías recibido. 4- Vivir en comunión constante con el Espíritu Santo. Es ahora el momento que tenemos que acercarnos a Dios, a Su palabra y obedecerla. La palabra de Dios es una semilla y necesita un corazón receptivo, que la recibe con gozo y la guarda en su corazón.
¿Qué actitud estamos teniendo hoy ante nuestras situaciones? Es tiempo de dejar de lado la postergación de lo que Dios quiere hacer contigo. El tiempo es ahora.
“Jesús le dijo: Recíbela, tu fe te ha salvado. Y luego vio, y le seguía, glorificando a Dios; y todo el pueblo, cuando vio aquello, dio alabanza a Dios”. Lucas 18:42-43.
La fe imparable es aquella que está focalizada en Jesús. Esa fe nos llevará a una experiencia espiritual que antes no habíamos tenido y que hoy, tanto el fuego como el poder del Espíritu Santo quiere manifestar en nuestras vidas.
La fe que no se detiene, es aquella que derriba los obstáculos que el mundo interpone entre nuestro clamor y el poder de lo alto. Bartimeo clamó mucho más fuerte aunque fuera reprendido por su accionar.
La multitud quería callarlo, pero Jesús quería oírlo.
La multitud quería seguir caminando, así como sucede hoy en día, en medio de un mundo acelerado por las circunstancias que enfrentamos, pero aunque el mundo avance Jesús se detiene para escuchar cada necesidad.
Jesús nunca más volvería a pasar por Jericó y Bartimeo aprovechó esa oportunidad.
Esa oportunidad hoy está a nuestro alcance. Sólo debemos acercar nuestros corazones a Dios.
Ese momento tan particular nos marca el interés de Jesús en el ministerio y en su vida. El contexto histórico de este acontecimiento nos muestra que esa semana el Señor iba camino a Jerusalén y era la última vez que iba a pasar por allí, porque luego sería arrestado y cumpliría el propósito de darnos la posibilidad de encontrar, (cada uno de nosotros) el perdón de nuestros pecados, siendo lavados por la Sangre del Nuevo Pacto y de comenzar una nueva relación con Dios.
En esa última vez, hubo una persona que aprovechó esa oportunidad. Hoy también tenemos una oportunidad de acceder a un tiempo de gracia; un tiempo de visitación, dándole al Señor el lugar de presentarnos un mensaje de perdón y de un futuro glorioso, rompiendo cadenas, quebrando un pasado de derrotas y un porvenir tomados de la mano del Señor.
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