Autor: Maximiliano Gianfelici
Escogidos desde la eternidad
construimos una casa a tu
imagen y semejanza.
La sabiduría es nuestro fundamento.
Hacedor incontenible, reposa en nuestro hogar.
Edificamos en tu verdad
preparando el camino para tu retorno.
Ven pronto majestuoso arquitecto
tus obras encendidas anhelan tu regreso.
Poema por Melina F.
La Presencia del Señor se manifiesta con más profundidad, se manifiesta a través de cada uno de sus hijos, se revela tal cual es en aquellos que están en necesidad y nos da la fortaleza para enfrentar cualquier situación.
A Dios le gusta manifestarse en nosotros y a través de nosotros en amor. No es un tiempo para estar escondidos, tal vez no podemos circular, estamos con barbijos y tomamos distancia pero hoy más que nunca Dios nos está mostrando a aquellos que necesitan a Jesús como una carta leída. Es el momento de publicar y de manifestar al Dios que busca manifestarse.
1º de Crónicas 29:1 (NTV) Esta es la voz de Dios para esta generación que ha heredado muchas cosas del pasado pero que tiene como destino construir una casa que contenga al Dios incontenible. Sobre nuestras espaldas tenemos el legado de una generación que pagó el precio. No podemos mirar las cosas que en el pasado no se concretaron, los que estuvieron antes que nosotros hicieron mucho con lo poco y sacrificaron sus vidas sin saber lo que vendría para que hoy estemos acá.
Somos una iglesia que entrelaza generaciones, en este tiempo Dios vuelve el corazón de los padres hacia los hijos y el corazón de los hijos a los padres; lo que construimos es una casa que contenga al Dios incontenible. Salomón entendió que su misión no era hacer un templo sino dirigir una nación, establecer un pueblo, construir una familia la que David, su padre, no pudo, como un modelo de una casa en la tierra. Dios le brindó todos los recursos, pero no pudo llegar al fin. Salomón recibe esa misión y debe cargar con todo lo bueno pero también con todo lo malo de su antepasado. Sabe que no es digno de suceder a su padre en el trono peo sin embargo accede porque sabe que los ojos de Dios están puestos sobre él, toma todo lo del pasado, lo deposita en Dios y le pide sabiduría.
La sabiduría conduce a la productividad, al desarrollo, la sabiduría está en Cristo. Pablo nos menciona que no debemos adaptarnos a lo de este mundo sino que tenemos que renovar nuestro entendimiento a la mente de Cristo, sujetándonos al Espíritu Santo que es quien nos direcciona para vivir y decidir hacia lo correcto, aunque nos parezca locura. Sabiduría es permitir que todo lo que somos este bajo el dominio del Espíritu Santo. Cuando nos sometemos a Cristo él nos da todo lo que necesitamos para completar nuestra misión. Somos bendecidos porque optamos que Cristo tome las decisiones por nosotros, todo lo que hacemos lo llevamos a cabo por amor a Dios y a las personas. Salomón tiene el desafío de construir un templo para Dios y no para la gente. El templo somos nosotros y la casa que Dios nos manda a construir está ligada a la misión que Dios puso en nuestras vidas.
Tenemos un llamado glorioso que es construir la casa que contenga al Dios incontenible, ¿cómo la construimos?, cada uno de nosotros tenemos una misión y esa misión define lo que somos. Salomón tenía el fin de construir una casa y esto fue lo que generó los recursos y la gracia necesaria. Nuestra familias, el trabajo, los hijos que criamos le pertenecen al Señor, el proveyó de antemano lo necesario para que construyamos la casa que lo contenga.
Manifestar a Cristo es construir su casa, ¿cómo?, cada vez que hacemos de nuestro hogar un lugar donde la Presencia de Dios se sienta cómoda, cada vez que nos esforzamos para que la gloria de Dios fluya a través nuestro, vamos a nuestros trabajos y en lugar de maldecir mostramos gratitud por su provisión doblando nuestras rodillas cada día para que nos sostenga, estamos construyendo la casa que lo contiene.
Sin duda cuando construyamos vamos a tener oposición, se van a levantar enemigos pero aun con los pedazos que quedaron de nuestras vidas, poniéndolos en las manos de Dios, haremos el fundamento de una nueva historia donde actuaremos como protagonistas. No tenemos jerarquías, ni títulos, Dios eligió a un pueblo; cuando Jesús nació no eligió un hotel cinco estrellas, sino que nació en un pesebre donde algo más grande se gestó y fue contenido. Dios mira que estamos construyendo con amor, con gracia y misericordia; vale la pena luchar por la familia, levantar los pedazos y seguir construyendo una nueva historia.
Desde el momento que permitimos que Jesucristo gobierne nuestras vidas empezamos a construir una nueva casa, que no está ligada a nuestro apellido ni a la reputación que viene de antes, sino que empezamos a construir una nueva casa que está marcada a un nombre que es sobretodo nombre, que es Cristo el que fue, el que es y el que ha de venir. Sabemos que Jesús venció a la muerte por eso mientras él construye en el cielo, nosotros por medio del Espíritu Santo construimos en la tierra.
Cuando venimos a Cristo él nos redime con su sangre y sin importar lo que perdimos en el pasado, él nos da una nueva misión de no rendirnos y no debemos dejar de pelear porque está con nosotros. Tenemos que pedirle las instrucciones, la sabiduría y los recursos al Dios de la casa para que tenga su forma.
“Evoquemos al Espíritu Santo en nuestros pensamientos, dejemos que nos guíe, enfoquemos el corazón y démosle la gloria siempre porque la buena obra que comenzó en nosotros la va a terminar. Jesús es nuestro perito arquitecto que se acerca y nos ayuda a construir, nos da sabiduría, acelera los tiempos, no nos cansamos, no desistimos, sino que permitimos que el Señor de la casa nos llene y ponga en nuestras manos los recursos que necesitamos para seguir construyendo la casa que contenga al Dios incontenible.”
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