Autor: Osvaldo Carnival
Todos sabemos que cuando un bebé nace se dice que la madre «dio a luz». El nacimiento siempre está relacionado con la luz, y la luz con la vida, en contraposición con la muerte, que está vinculada directamente a la oscuridad. Esta es una puja espiritual intensa entre la Luz de Dios y las Tinieblas. Definitivamente no podemos permanecer indiferentes ante esta tensión. Las tinieblas amenazan con traer oscuridad sobre Argentina a través de un nuevo genocidio. Esta situación no dista demasiado de las historias bíblicas por todos conocidas. Como por ejemplo, el genocidio desatado por Faraón en los tiempos de Moisés y la matanza desatada por Herodes en los tiempos del alumbramiento de Jesús, ambas fueron anticipo lo que hoy en día nos toca vivir. Aunque actualmente cambian las palabras al utilizar términos como «embrión o feto» para reemplazar las palabras «bebé por nacer». La legalización del aborto no sería otra cosa, aunque lo quieran suavizar, que una nueva matanza de niños indefensos aprobada por el Estado.
¡No podemos permanecer indiferentes ante tal situación! La iglesia de Jesucristo es el mayor reservorio de valores y principios capaces de seguir sosteniendo una Nación.
¡No podemos callar! Debemos ser la voz de los que no tienen voz.
Escuché el relato de una joven estudiante de medicina que no pudo quedar callada en una clase de la facultad. El profesor a cargo explicó que de aprobarse la Ley de despenalización del aborto, deberían de implementar un protocolo de acción al realizar una ecografía a una madre con decisión de abortar. Mientras realizan la ecografía, los médicos debían bajar el sonido el ecógrafo para que la mujer no desistiera de realizar el aborto al oír los latidos del corazón del bebé por nacer. Frente a este comentario, la joven estudiante pidió la palabra y con sumo respeto dijo: «Doctor no puedo dejar pasar por alto lo que acaba de decir, ese bebé por nacer no tiene voz, y su única voz es ese corazón que late y se hace oír diciendo: “Acá estoy, tengo vida”. No podemos acallarlo. No podemos silenciarlo».
El término «cómplice» suele ser muy duro de escuchar, pero al buscarlo en el diccionario dice que «un cómplice es un cooperador necesario». Muchas veces, para que las cosas sucedan se necesitan de muchos cómplices, muchos cooperadores necesarios.
¡No podemos ser cómplices!
Como Iglesia tenemos que alzar nuestra voz para decirle a la Argentina que no aceptamos el aborto como opción. Nos caracterizamos por el fuerte compromiso con todo el que sufre y padece.
Este es el momento preciso para que la Iglesia se manifieste como Agente de luz. A lo largo de la historia, las horas más brillantes de la Iglesia de Jesucristo siempre fueron cuando estuvo bajo gran presión. Vivamos nuestra hora de mayor gloria como Iglesia y salgamos a profetizar sobre Argentina. Como ministros del Dios vivo salgamos a declarar que Argentina es de Cristo.