El querido pastor Naranjo, mejor conocido como “Papá Naranjo” sería profundamente afectado en sus inicios por el impacto de la cruzada de Tommy Hicks y el pastor Louie Stokes. Recordemos su historia: Muy pocas comarcas en el mundo han experimentado la rápida transformación social que le tocó vivir a San Nicolás de los Arroyos, en la provincia de Buenos Aires, casi en el límite con la provincia de Santa Fe, en Argentina. A fines de la década del ´50 y durante la del ´60 esta población recibió una importante cantidad de nuevos habitantes que buscaban mejores horizontes en esa resurgente ciudad. Los atraía el auge industrial de la zona, como consecuencia de la entonces nueva planta siderúrgica.
Pero el acero y las industrias no fueron lo único que trajeron cambios a San Nicolás; Dios levantó allí un pueblo pujante que, entre 1955 y 1967, creció de 200 a más de 8.000 creyentes y con 18 nuevas iglesias. ¡El 4.000 por ciento en solo 12 años! Más asombroso es el hecho de que el 80 por ciento de este trabajo lo realizó una comunidad que, en sus inicios, no superaba las 20 personas. Desde este punto de vista, el crecimiento sube a un 32.000 por ciento. Significativo, ¿no?
La personalidad clave en este trabajo fecundo se llama Carlos Naranjo, un bonaerense hijo de inmigrantes españoles que, por el año 1942, cuando tenía 20 años, acababa de entregar su vida a Jesucristo y se congregaba en una iglesia de los Hermanos Libres, en Buenos Aires. El evangelista Fernando Vangioni, de su misma edad, fue quien lo guió al Señor. Al llegar a los 30 años, a Carlos lo nombraron anciano en su iglesia local.
En el año 1955, la compañía donde trabajaba lo destinó a San Nicolás de los Arroyos, con la misión de dirigir el montaje de una nueva planta industrial, pero algo tremendo ocurrió antes de salir de Buenos Aires. Hacía ya un largo tiempo que la familia Naranjo sufría junto a Rosalía (la esposa) por la grave enfermedad que la aquejaba. No se podía hallar cura para ella, y su situación empeoró a tal punto que llegó a ser considerado un caso perdido por los médicos que la asistían.
Entonces, Buenos Aires presenciaba la Campaña de Tommy Hicks, y cuando Rosalía de Naranjo estaba pasando por lo que los doctores consideraban sus últimas horas, alguien le sugirió a Don Carlos que llamara a uno de los colaboradores de Hicks, el misionero Louie Stokes. Rápidamente el Rvdo. Stokes llegó al lugar. De su Biblia, leyó el Salmo 103 y oró por ella. Un milagro ocurrió. Ella se sanó inmediatamente, y levantándose de su cama se abrazó a los suyos, alabando al Señor por su amor y su poder. Salió a la calle a dar testimonio a los vecinos, quienes habían visto su anterior estado de postración y fatalidad. Ellos ahora veían la obra de Dios en ella. A partir de este momento, la familia Naranjo se entregó más profundamente al Señor. Al poco tiempo, viajaron a San Nicolás.
Al instalarse en esa ciudad, los Naranjo comenzaron a hablar de Jesús a quienes podían. Don Carlos guio así a varios de sus empleados, mientras que su esposa lo hacía con vecinos. Con el tiempo, una iglesia surgió, y le pidieron al Rvdo. Stokes, en Buenos Aires, un pastor para esta incipiente comunidad. El pastor llegó, pero al año abandonó la tarea pues pensaba que en esa área no había potencial para trabajar efectivamente con una iglesia.
Don Carlos Naranjo había concluido su misión de montar la planta industrial; había terminado la misión que lo había llevado hasta allí, pero al mismo tiempo había comenzado otra: la de predicar el evangelio a cuanta persona podía. Su empresa lo reclamaba de vuelta en Buenos Aires, y al mismo tiempo su Señor lo reclamaba allí mismo.
Don Carlos quedó a cargo de la pequeña iglesia, con la promesa de que enviarían al primer pastor disponible. El pastor prometido nunca llegó, pero ese pequeño grupo se comprometió delante de su Señor a llevar el mensaje que Él les había encomendado. Frecuentemente, en sus predicaciones, Don Carlos le decía a su iglesia: “De esta congregación saldrán los obreros que invadirán a San Nicolás con el evangelio”, y las ancianas que conformaban la pequeña congregación comentaban en el atrio: “Pobre Don Carlos, ¿con nosotras querrá hacer eso?”. El Señor fue “agregando a la iglesia a aquellos que habían de ser salvos”, y esa pequeña comunidad se transformó en una iglesia madre de la cual salieron muchas iglesias hijas.
Cabe destacar que entre los convertidos bajo el ministerio del pastor Naranjo estarían Omar y Teresa Silvoso quienes serían pastores por 16 años en Villa Constitución.
*Extracto del Libro “El Legado”. Si desea adquirirlo comuníquese con las oficinas de la UAD.