Por Claudio Freidzon
Orador de la Convención UAD 2019
“Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas, y mira con cuidado por tus rebaños” Proverbios 27:23
Una vez acompañé a mi hijo menor, Ezequiel a un partido de fútbol para verlo como jugaba con sus amigos. En la mitad del partido, me distraje por un momento. De inmediato, los gritos de Ezequiel me volvieron a la realidad: ¡Papá! ¡Quiero que me mires! Fueron sus palabras. Nuestros hijos se sienten seguros e importantes cuando los miramos a los ojos y les prestamos verdadera atención.
Así sucede también con nuestros amigos y con lo que podríamos llamar nuestros hermanos menores espirituales. A veces estamos tan activos en tantos proyectos que dejamos de relacionarnos correctamente con las personas. El saludo cordial, el diálogo, el interesarnos por sus problemas quedan tal vez relegados a un segundo plano en nuestra agitada carrera. Pero el Señor quiere despertar en ti el celo pastoral, el amor por aquellos que están a tu cuidado y te necesitan.
Jesús escogió a sus doce discípulos “para que estuviesen con él y para enviarlos a predicar” Marcos 3:14. Él compartió su vida con los discípulos. Les dio todo su tiempo. No los convocó solamente para trabajar, los llamó para estar con Él. Jesús los cuidó diligentemente. “Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición (…)” San Juan 17:12
¿Podremos nosotros decir lo mismo?
1- El cuidado a tu familia. Cuando hablamos de conocer el estado de tus ovejas, también podemos pensar en cómo estamos cuidando de la familia. Ya sea de tus padres, hermanos o esposos/as e hijos. No es necesario ser la cabeza del hogar para brindar nuestro amor y cuidado. Dios nos lleva a dar de lo que hemos recibido del Señor a quienes nos rodean. Es justamente en nuestra familia donde tenemos la posibilidad de aplicar primero todo lo que leemos en la Biblia. A veces no es el terreno más fácil, pero sí resulta buena tierra para ponernos a prueba y permanecer verdaderamente íntegros en santidad y amor. Ya sea que vivamos en el mismo hogar o que estemos a miles de kilómetros de distancia, es necesario preguntarse: ¿Estoy haciendo todo lo posible por conocer el estado de mi familia? ¿O estoy tan ocupado que hace mucho que no paso tiempo de calidad con ellos?
2- El cuidado de nuestros hermanos menores. Los hermanos menores, son aquellas personas a quienes Dios puso en nuestro camino para que les presentemos a Jesús y los cuidemos en su crecimiento espiritual. Pueden ser amigos, compañeros de trabajo, de estudio o vecinos. Personas que han abierto su corazón a escuchar acerca de las cosas de Dios y desean crecer en la fe. Luego de la resurrección y antes de ascender a los cielos, Jesús nos dejó la Gran Comisión que consiste en un gran mandato de predicar, es decir compartir nuestro testimonio y cuidar en la fe a quienes van escuchando la Palabra de Dios, en todas partes (Mateo 28). Esto no es solamente que donde vaya, la gente me imite y me siga, sino más que otra cosa, es ocuparnos de ellos. Cuidarlos personalmente y ayudarlos a crecer en todas las áreas de su vida. Tampoco se refiere a manejarles la vida, sino encaminarlos a conocer cada vez más a Jesús, su Palabra y cómo vivir una vida hermosa cada día junto al Espíritu Santo.
3- El ejemplo de Jesús. “Al ver a las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. 37 «La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros —les dijo a sus discípulos—. 38Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo” Mateo 9:36-38 ¿Cómo veía Jesús a las multitudes? ¿Qué sentía por ellas? ¿Cómo podemos nosotros darle amparo a una persona? ¿Cómo podemos ayudar desde nuestro lugar al agobiado o desamparado? ¿Cómo lo hizo Jesús?
Jesús dijo que el problema de esas multitudes era que no tenían pastor. Y pidió a sus discípulos que, ante tanta necesidad, oren a Dios para que envíe obreros a su mies. ¿Qué clase de obreros? Sin duda, obreros que tuviesen un corazón pastoral. Por tanto, hay mucha recompensa en los cielos para quienes inviertan su tiempo en cuidar a quienes tienen a Jesús en su corazón. Si bien no siempre la tarea es fácil, vale la pena el esfuerzo. Otras personas seguramente han derramado lágrimas, han perseverado y han intercedido por tu vida para que hoy estés donde estás. Hoy es el tiempo de hacerlo por quienes Dios ha puesto en tu camino y a tu alrededor para que seas de bendición. Hoy es tiempo de animarte a mostrar el celo pastoral, el amor de Dios para acercar a otros a su Reino!! Anímate a poner en práctica todo lo que has aprendido del Señor. ¡Este es tu tiempo de ser canal de bendición!
RECUPERADO: http://www.oramos.com.ar/noticias/info/celo-pastoral