Por Moisés Barrientos.
Si existe una verdad de la cual debemos estar convencidos para no vivir una vida plena y feliz, es esta: ignorar el propósito de Dios para nosotros, y desperdiciar el potencial que nuestra vida tiene, es una verdadera tragedia.
Un hombre sabio dijo en una oportunidad que el hombre más pobre del mundo no es alguien que no tiene recursos, sino aquél que no tiene sueños. Y no existe hombre más frustrado que aquél que, teniendo sueños, nunca logra realizarlos, encontrando siempre algo o alguien a quien culpar por su fracaso. Acerca de este tema, las Escrituras hablan sobre “el todo del hombre”, que es justamente el cumplir con el propósito de Dios para nosotros.
“El final de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre” (Eclesiastés 12:13)
La palabra “temor” no significa necesariamente “tener miedo a”, sino que en el contexto bíblico del Antiguo Testamento tiene más que ver con “tener reverencia hacia”. Este es el deber del hombre: tener reverencia a Dios y guardar sus mandamientos.
Cuando escuchamos la palabra “mandamientos” inmediatamente la relacionamos con las Tablas de la Ley, que rezaban “No matarás”, “No robarás”, ¨No levantarás falso testimonio…” etc, sin tener en cuenta que los Mandamientos de Dios no se limitan a este decálogo, o a un sinnúmero de prohibiciones del Creador, sino que abarcan un concepto mucho más amplio.
Rara vez, por ejemplo, al pensar en este concepto hacemos una relación con Génesis 1:28: “Y los bendijo Dios, y les dijo: fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra”. Este versículo contiene el propósito por el cual Dios le dio vida al hombre. Y para lograr este propósito, el Señor lo ha equipado con todo lo necesario: dones, talentos, conocimientos, habilidades, creatividad, sentimientos y –lo más importante- su misma presencia acompañando y respaldando la realización de ese propósito.
DIOS NOS HA CREADO CON UN POTENCIAL ILIMITADO.
Los niños tienen una habilidad natural dada por Dios para soñar, no importa si sus padres son ricos o pobres, sabios o ignorantes. Justamente Jesús dijo que debemos ser como niños, con esta cualidad. La Biblia menciona al pueblo de Israel que, luego del cautiverio, recuperaría su capacidad de soñar “seremos como los que sueñan…” A los que hemos consagrado nuestras vidas al Señor Jesús, se nos ha devuelto la posibilidad de soñar, y los recursos para realizarlos.
Una de las mayores tragedias de la naturaleza es la destrucción de una semilla: la destrucción de una semilla puede significar la muerte de un bosque. Si nosotros “encarcelamos” nuestro propósito, enterramos nuestro potencial, no podremos bendecir a los que nos rodean, y una de las cosas que hacen que el ser humano se sienta satisfecho consigo mismo es el haber trascendido, el haber podido afectar positivamente con su vida a otros.
Cada cosa en la Creación fue diseñada para funcionar de acuerdo con el simple principio de recibir y liberar: ¿Qué ocurriría si las plantas se negaran a liberar el oxígeno que fabrican? ¿Qué pasaría si los peces no se reprodujeran?: El resultado inevitable sería muerte y caos en el mundo entero.
En el pasaje bíblico mencionado, se hace énfasis en la multiplicación, y este concepto tiene muchísimo que ver con la forma en que Dios bendice. El principio de la reproducción es muy importante en el plan divino, y para que este proceso se realice, es importante cumplir con la parte que nos corresponde a nosotros, que el de liberar nuestro potencial. Esto es algo que está condicionado por nuestro libre albedrío, y no se producirá a menos que voluntariamente lo hagamos.
LA TRAGEDIA QUE SIGNIFICA NO LIBERAR EL POTENCIAL
Cada vez que observamos una pieza de arte, o una composición musical, o disfrutamos de algún beneficio de la tecnología o de la ciencia, podemos darnos cuenta de que es a causa del potencial que alguien tenía, y que decidió desarrollarlo hasta que se materializó.
Los cristianos debemos comprender que Dios nos dio un depósito valioso de potencial para enriquecer la vida de otros, para ayudarles a mejorar sus vidas y su relación con Dios. Tenemos la responsabilidad de usar lo que Dios depositó en nosotros para el bien del mundo. Sir Winston Churchill, un importante estadista inglés, dijo: “El precio de la grandeza es la responsabilidad”.
El Señor ordenó al hombre en Génesis 2:16-17: “… De todo árbol del huerto podrás comer, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás.”
La muerte en su fase más simple, es la terminación del potencial. Abortar significa terminar una vida antes de que su potencial pueda ser desarrollado. En cada semilla, hay un bosque; en cada pez, un cardumen; en cada pájaro, una bandada; en cada vaca, una manada; en cada niña, una mujer; en cada niño, un hombre; en cada ser humano, una nación. En Dios, uno es igual a varios; poco significa mucho; pequeño es grande; y menos quiere decir más. Por eso, matar la semilla de tu potencial, puede significar la terrible pérdida de un tremendo bosque de bendiciones para multitudes de familias de la tierra.
Una promesa que viene al caso, es la que recibió Abraham, en Génesis 12:2-3: “… y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren, maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”
LA IGNORANCIA HACE ABORTAR EL POTENCIAL
Todo aborto termina por sacrificar una responsabilidad. Cuando aborto mi potencial, condeno mi futuro. El no desarrollar todo lo bueno que podría hacer, es decir, abortar mi potencial, es la muerte de mi futuro, y esto afecta generación tras generación.
Hay cinco principios que debemos asumir como una realidad:
- Nuestro potencial liberado es la herencia del mundo: no es suyo ni mío. No tenemos derecho a privar a la gente por quienes Cristo dio su vida, de la posibilidad de ser bendecida por nuestra vida
- Usted vino lleno, “embarazado” de un potencial ilimitado (“al que cree… TODO le es posible…”)
- Usted es capaz de hacer mucho más de lo que ya ha hecho, y todavía está a tiempo de recuperar el tiempo perdido. Dios no está dispuesto a que Ud se muera sin haber tenido la satisfacción de haber logrado su propósito en esta vida. Seguirá insistiendo con este mensaje hasta el último minuto de su vida: “Cumple mi propósito en ti…”
- El destino de la creación, el rumbo que tiene la vida de quienes lo conocen, del ámbito en donde vive, trabaja o estudia, están íntimamente relacionado con la liberación de su potencial: Usted “puede” (y no “podría”) trastornar el destino de personas, matrimonios, familias, comunidades… ¡naciones enteras!
- El solo hecho de que Ud y yo hayamos nacido y estemos vivos, es una evidencia de que Dios sabía que la tierra nos necesitaba. Muchos de nosotros hemos pasados por accidentes o enfermedades o situaciones que podrían haber terminado con nuestra vida física, y sin embargo una intervención de Dios determinó que aún no era tiempo: había un propósito en nosotros que todavía faltaba cumplirse.
El saber que en mí existe un contenido ilimitado de posibilidades de realizar cosas que podrían bendecir a otros, y que solamente de mi decisión y acción depende que esas cosas sean realizadas o no, crean una gran responsabilidad, por la cual solamente yo tendré que responder ante Dios por eso.