Por Eduardo Ariel Codagnone.
Observando la obra del Señor y las instancias presentes en las que desarrollamos el ministerio, no podemos dejar de compararla con la construcción de un gran edificio.
Esta forma de mirar, puede introducirnos perfectamente al tema en este contenido.
Al desarrollar una obra tan grande como lo es la vida de la iglesia de Cristo, no podemos menos que mirarla desde una visión mundial.
Cada uno de nosotros como ministros de Dios tenemos la mirada y el corazón en lo que estamos haciendo en nuestro pequeño rincón, en el pueblo o ciudad donde el Señor nos instaló, pero consientes que el ministerio de la iglesia está en todo el mundo en cumplimento al plan divino de llenar la tierra de su gloria como las aguas cubren el mar.
Sin duda tenemos que manejar con dedicación todas las herramientas que tenemos y atender la consigna que recibimos, pero una mirada a lo que el Espíritu de Dios está haciendo, hace que nuestras fuerzas se renueven al comprender que somos una pequeña parte de un todo que se extiende por doquier y llega hasta lo último de la tierra.
Hablar de herramientas es un tema que a los ministros nos gusta mucho.
Todo abnegado trabajador nunca deja de pensar como realizar mejor su trabajo y producir mayor cantidad de frutos.
Cuanto más precisa sea la herramienta, permitirá mayor exactitud y mayor rendimiento.
Atreves del tiempo las iglesias y los ministros tuvimos que cambiar muchos métodos, programas y sistemas de trabajo que en otras épocas fueron nuestras herramientas más eficaces.
En verdad los cambios que debimos hacer y los que haremos aun, se hicieron necesarios a partir no solo de los tiempos que vivimos, sino de las instancias presentes en que se encuentra la iglesia de Cristo llegando ya al fin de los tiempos, como se menciona en I. Corintios 10:11.
Una característica histórica que hemos practicado como la autocrítica que llega a ser desmedidamente despiadada y ciega en otros casos, no nos deja ver que el Espíritu Santo nunca se durmió en preparar a la novia de Cristo para el encuentro glorioso.
Como ministros del evangelio observemos que en las maneras en que miramos a la iglesia, determinara la herramienta que pensamos utilizar.
Para no distraernos con desmedidos detalles, reconozcamos que el hoy exige otras herramientas que no se conocían en los tiempos bíblicos al modo que las conocemos y utilizamos en estos tiempos. Sin embargo, aunque no existía internet funcionando por dispositivos electrónicos, con sus siervos en la antigüedad y luego con su iglesia, y sus ministros en la actualidad, Dios utiliza y sigue utilizando celestianet.
Jesús vivía conectado permanentemente. Su conexión nunca se caía y su sistema nunca fallaba.
Cuando recibimos a Cristo como el Salvador de nuestras vidas, el Señor puso su Espíritu en nosotros con toda la capacidad que también operaba en él.
Podría ser que nuestro modem interior tenga algunos inconvenientes con los virus de las lógicas teológicas y sus vertientes confundidas por las modas de las épocas, la simbología antigua, y las teorías eclesiales que nunca faltaron en la historia.
Una lectura detenida y sincera de la epístola de Pablo a los Colosenses, tanto como el libro de Hebreos y los nombres de Jesús en Apocalipsis pueden ejecutar el mejor antivirus espiritual para nuestro modem interior en la vida de servicio al Señor.
Con el mayor de los respetos. Miremos como herramientas del ministerio lo que nunca ha cambiado.
Nuestras mayores e infalibles herramientas del ministerio siguen siendo esa Palabra de Dios tan viva y eficaz como nunca antes, El poder de la sangre derramada por Jesús, la presencia todopoderosa de su Santo Espíritu y La gloria del Rey soberano en su trono junto al Padre.
Hebreos 12:2, presenta en extracto la obra completa del Señor, al modo en que se describe en I. Timoteo 3:14-16.
El Cristo glorioso en su trono de majestad no es simbólico o teórico, es la realidad maravillosa por la cual los que servimos al Señor podemos ver mayores cosas que las que se vieron en los tiempos de la iglesia naciente en el primer siglo en total cumplimiento a las palabras del Señor.
Mayores obras harán, porque yo voy al Padre.
Las herramientas que cualquier persona utiliza son las que se necesitan conforme a la instancia en la que está la obra que está haciendo.
Situarnos en el tiempo y en la instancia en que esta la novia de Cristo, nos ayuda a utilizar las herramientas más precisas.
Nosotros no vivimos en la historia sino en tiempos únicos coronado por el cumplimento de lo que Dios había prometido. De modo que lo que antes fue promesa divina, hoy es riqueza en Gloria en Cristo Jesús. Recordemos que nosotros no vivimos en el antes sino después.
- Después del nacimiento del Jesús, tal como fue prometido por el Padre. El día que ingresó en el templo se cumplió la profecía y la gloria postrera de ese lugar, sería mayor. Allí entro Dios mismo.
- Después que se plasmara en las Sagradas Escrituras la revelación del Padre y sus inigualables enseñanzas.
- Después de la obra redentora de Cristo consumada en la cruz con la que abrió el cielo, Juan 1:51. Y estableció el acceso directo al Padre.
- Después de los tres días en el sepulcro, cuando ingreso al reducto del ladrón y recupero las llaves que Adán perdió en el Edén.
- Después de la resurrección en gloria con la que dio respaldo a todo lo prometido en el pasado y todo el respaldo a quienes lo servimos hoy.
- Después del derramamiento del Espíritu Santo en pentecostés y en todos los altares donde es ministrado por la iglesia.
- Después de completarse las Sagradas Escrituras con la revelación total del Cristo reinante. Filipenses 2:5-11.
Nosotros estamos en el después de haberlo recibido como Salvador y servirlo como nuestro Señor. El único antes que reconocemos es Antes de su venida en gloria para buscar a su amada que lo espera, lo adora y lo anuncia mientras sigue siendo perfeccionada por el Espíritu Santo para ese encuentro celestial.