Dinamarca atravesó una gran crisis a finales del siglo 20. Era en su mayoría una tierra de agricultura, pero la vida de los granjeros era ruda. Un joven llamado Niels, araba día tras día a pesar del riguroso clima frío. Sus padres se separaron cuando tenía 3 años de edad. Su padre se fue a América, abandonando todo para perseguir una vida diferente. El alcoholismo trajo desgracia a la familia. Muchas veces su padre trató de dejar este vicio, pero recaía. Nunca nadie volvió a escuchar de él y probablemente haya tenido un final triste. La madre y los niños estuvieron en la miseria total. Debido a su enfermedad, llegó el punto donde tuvo que dar en adopción a sus hijos. En vez de ayudar a la familia, los vecinos se aprovecharon para explotar y abusar de ellos.
Niels trabajaba desde el amanecer hasta el anochecer, su cansancio marcaba el final de la jornada. El fuerte peso del arado le dejó a Niels una joroba. En su adolescencia, soñaba con deshacerse de este mal para sentirse libre. En un año, sufrió tres accidentes graves en el campo que lo hicieron reflexionar acerca de su condición y se preguntó qué sería de su vida más allá de la muerte. Su madre siempre le había hablado de Cristo y la necesidad de la salvación pero las malas compañías siempre lo mantenían atado a su estilo de vida pecaminosa y nunca tuvo nada que ver con la religión.
Una noche de invierno, preocupado porque pudo haber muerto sin Cristo, tuvo un sueño en el que se le aparecía Satanás y le decía: “Tú vas a hacer mi voluntad”, pero Niels en su sueño gritó: “¡Nunca!”, mientras se disponían a pelear en una lucha cuerpo a cuerpo. Niels podía sentir la respiración de Satanás en su cara, en la lucha el diablo lo arrastró a un abismo en el que vio el infierno. Luego de esto, despertó bañado en sudor y allí, recibió a Cristo como su Salvador. La noche siguiente, asistió a una reunión cristiana.
Regresando luego a la granja, una noche de luna llena, con nieve a su paso, su corazón deseaba un encuentro con Dios y estar en paz con Él. En medio de la soledad, sin más nadie alrededor, le dedicó su vida al Señor. Su transformación fue radical. Habló a todo el mundo acerca de su experiencia. Pronto, hubo un avivamiento en su pueblo. Era apenas el comienzo de todo lo que vendría a continuación.
Luego de un par de años de dar testimonio y crecer, el joven Niels sintió que algo diferente estaba por venir, mientras limpiaba las cuchillas, un vecino se acercó a él y le preguntó si quería ir a América, Niels le contestó: “Por supuesto, lo haría si tuviese el dinero”. El vecino le ofreció trabajar en su granja en América, pensando en que podría mejorar su situación económica. Su jefe lo invitó a una reunión cristiana y allí, sintió la presencia de Dios. Niels nunca imaginó cuánto cambiaría su vida. Desde aquella noche comenzaría una nueva historia, una nueva vida para él. Fue bautizado en agua y en el Espíritu Santo y Dios lo llamó para dedicarse a las misiones.
Durante una noche de oración, mientras intercedía por India, tuvo una visión de un mapa largo, que mostraba donde él estaba viviendo en América. Había una línea dibujada que comenzaba en Brasil y terminaba en Argentina. Una voz audible le dijo: “Quiero que vayas a ese lugar”. Niels, sin ningún tipo de duda, respondió: “Lo haré, Señor”.
En 1912, solo, sin ningún tipo de ayuda, sin conocer a nadie, navegó hasta Argentina cuando solo tenía 23 años de edad. En tan solo 3 años, Dios cambió su vida, de ser un chico que tan solo quería escapar de la pobreza, a un servidor que afectaba las naciones. Se convirtió en el fundador de muchas iglesias.
*Extracto del Libro “El Legado”. Si desea adquirirlo comuníquese con las oficinas de la UAD.