En 1952, en la ciudad de Tallahassee, Florida, un evangelista llamado Tommy Hicks estaba dirigiendo una serie de cultos, cuando el Señor le dio una visión. Mientras estaba orando, vio con toda claridad un mapa de América del Sur que estaba cubierto por un extenso campo de trigo amarillo, con los tallos inclinados y listos para la cosecha. Mientras Hicks contemplaba aquel hermoso cuadro de trigales que se mecían bajo el sol del mediodía, los tallos de trigo comenzaron a convertirse repentinamente en cuerpos humanos, hombres y mujeres con las manos en alto, que clamaban:
¡Venga, Hno. Hicks! ¡Venga a ayudarnos!
Hicks consideró que su visión era del tipo macedónico. Desde ese momento estuvo convencido de que Dios le tenía reservada alguna tarea especial en América del Sur. ¿Por qué en América del Sur? No tenía ningún conocimiento sobre esa región del mundo; pero tampoco tenía ninguna duda respecto al mapa que había visto.
Luego, mientras seguía orando, Dios le dio una profecía que escribió en la Biblia: “Porque no caerán dos nevadas sobre la tierra antes de que vayas a ese país, porque no irás por el mar ni por tierra, sino que volarás como un pájaro”. Esa visión se confirmó tres meses después, en Red Bluff, California.
En el hogar de un pastor, después de una campaña evangelística que dio muy buenos resultados, la esposa del pastor, mientras les dirigía en oración, alargó su mano hacia Hicks y repitió las mismas palabras de su profecía.
Hicks no le había confiado a nadie su visión ni la profecía que había recibido; pero cuando le mostró a aquella señora lo que había escrito en su Biblia, los ojos de ella se llenaron de lágrimas. Tan pronto como le fue posible, Tommy Hicks pagó todas sus deudas e hizo los preparativos necesarios para viajar a una región desconocida. Tenía muy poco dinero; pero de repente comenzó a recibir una cantidad extraordinaria de correspondencia, gran parte de la cual contenía contribuciones espontáneas. En un período de diez días tuvo lo suficiente para comprar un boleto de ida a Buenos Aires, Argentina, y le quedaron 47 dólares. Demos Shakarián, empresario y fundador de Hombres de Negocios del Evangelio Completo, lo apoyó económicamente.
En la última parte del viaje, después de tener varias reuniones evangelísticas en Temuco, Chile, el nombre de Perón comenzó a acudir a la mente de Hicks. No tenía ni la menor idea de lo que significaba la palabra “Perón”; pero tenía el convencimiento profundo de que Dios le estaba hablando. Entonces llamó a la azafata y le preguntó: “¿Conoce usted a alguien por aquí que se llame Perón?”. La joven pareció sorprenderse mucho y le dijo: “Sí. El señor Perón es el presidente de Argentina”. El mandato quedó claro para Hicks. Dios quería que hablara con el Presidente de la nación.
*Extracto del Libro “El Legado”. Si desea adquirirlo comuníquese con las oficinas de la UAD.