Por Marijo Hooft
Aunque en los últimos tiempos proliferan los libros de liderazgo, en los que muchos de sus
secretos y claves para el éxito se basan en teorías o métodos tomados del mundo empresarial
(no estoy en contra de ello), debemos reconocer que en algunos aspectos el servicio cristiano
difiere del empresarial en unos cuantos puntos.
Jim Fuller, un estudioso de las cuestiones relacionadas con el servicio pastoral, publicó en su
página web una serie de datos relativos a la vida de los pastores. Él menciona que Peter
Drucker, el famoso “gurú del liderazgo” dijo una vez que los cuatro trabajos más difíciles del
mundo –no necesariamente en orden– son ser presidente de los Estados Unidos, presidir una
Universidad, ser director ejecutivo de un hospital, y ser pastor. ¹
El pastorear gente o ser guía espiritual de otros es ante todo una vocación, un llamado interior
a una vida de servicio. No es algo que se haga por conveniencia, por rédito económico, busca
de fama o poder, aunque haya quienes persiguen estos objetivos innobles de manera secreta.
Siendo así, la profesión del pastor o líder eclesiástico (y al mismo nivel sus esposas, sobre todo
si están involucradas en el liderazgo) puede tornarse tan nociva para su salud emocional si no
se toman ciertos recaudos.
Algunas razones por las que la profesión pastoral es diferente a cualquier otro trabajo son:
• En general las personas comunes trabajan duro durante la semana y el fin de semana descansan o pasan tiempo en familia. No es así con los pastores: ellos trabajan durante la semana y sobre todo el fin de semana. En esto de ir a contrarreloj, la profesión pastoral se asemeja a la del rubro gastronómico o a la industria del turismo: su trabajo comienza en los momentos en que la mayoría de las personas descansan o se recrean.
• Si se quieren tomar un día para descansar –supongamos, el lunes o martes– ya no será en familia, ya que sus hijos van al colegio o la facultad. Si el pastor y su esposa
descansan el lunes, por ejemplo, nadie más está descansando ese día. Recibirá llamados telefónicos, tendrá que hacer trámites, pagos o asistir a algún turno médico, por lo cual su descanso tendrá que compartirse con un montón de actividades que llevan adelante las personas con otros trabajos.
• Todas las demás profesiones o empleos tienen que ver con servicios que pueden mejorar la vida de los demás; en el pastorado se trabaja directamente con el alma y el espíritu de la persona, su salvación, su eternidad. La vida de una persona puede ser transformada para siempre por su influencia, aunque sabemos que la obra la hace el Espíritu Santo. Por lo tanto, requiere que los pastores estén bien, fuertes espiritualmente; en otros empleos no se relaciona tanto la vida interior del profesional con su calidad de trabajo.
• Mientras que la empresa del empresario debe dar réditos económicos, porque este es su objetivo, la iglesia del pastor debe crecer en número de miembros, la gente debe
estar bien nutrida espiritualmente, ¡y además debe producir dinero para mantenerse en pie!
• Habiendo estudiado teología en un instituto bíblico, un pastor tiene que desarrollar una multitud de otros roles para los que no ha sido formado específicamente, además de predicar, enseñar y aconsejar: (1) debe liderar, marcar un rumbo y una dirección clara, haciendo que la iglesia crezca en cantidad y calidad; (2) debe conocer algo de sonido, de música, de pintura, de electricidad, de plomería; (3) debe organizar los equipos de trabajo; (4) debe promover actividades sociales, algunas veces generarlas y llevarlas a cabo; (5) debe organizar eventos, con excelencia, que cuenten con mucha concurrencia y no dejen pérdida económica; (6) debe tratar con las autoridades gubernamentales e instituciones de su ciudad y su barrio, relacionando así la iglesia con la sociedad; (7) debe tratar y liderar a grupos etarios tan complejos hoy en día como son los niños, adolescentes y jóvenes. Y muchas tareas más… (si sos pastor o líder a tiempo completo, pará un momento y pensá en qué otras más).
• Un patrón puede regañar a los empleados impuntuales o los que hacen mal su trabajo, puede suspenderlos y hasta despedirlos. Un pastor no puede hacerlo, ya que cuenta con voluntarios para la obra del Señor. No puede deshacerse de las personas maleducadas o irresponsables así como así.
• La mayoría de los empleados o patrones de otros rubros, poseen un sindicato que los defiende, aportes jubilatorios y una cobertura médica como derivados de sus empleos a lo largo de los años. Desgraciadamente, muchos pastores que conozco no tienen ni lo segundo ni lo tercero, ¡mucho menos un sindicato para dirimir cuestiones laborales!
• La profesión pastoral es una de las peores pagadas del mercado. En un estudio de campo que se realizó en los Estados Unidos a fines de los ‘80, se afirma que “en una lista de 432 ocupaciones, el pastorado aparecía en el lugar 316, en lo que a los sueldos se refiere. Figuraba entre las ocupaciones de menor ingreso, junto con los mozos, cocineros, peones de campo y archivistas”. ² ¡Y todavía hay gente que sigue pensando que algunos se hacen pastores para tener un buen pasar!
• Muchos pastores tienen dos trabajos a la vez para poder sustentarse: la iglesia (con todas sus demandas físicas, emocionales y espirituales) y un empleo secular o su profesión. “El porcentaje de pastores que tienen dos empleos es cinco veces mayor que el del resto de la población laboral”, denuncia el mismo estudio.
• Como la iglesia en el mejor de los casos le paga el sueldo al pastor o le da una ofrenda, los miembros se creen dueños de los tiempos de su pastor. Alguien dijo que cuando las personas compran un auto, no se convierten en dueñas de la fábrica automotriz. Cuando pagan la visita a un médico o a un abogado, no se convierten en sus dueños; simplemente están adquiriendo un servicio. Con el pastor esta lógica a veces no funciona.
• El trabajo del pastor puede ser rutinario como todos, pero a la vez precisa de mucha creatividad e innovación, pues tiene que generar un nuevo sermón cada semana, “sin repetir y sin soplar”. En ese sermón hace un terrible esfuerzo para nutrir a la vez a los nuevos creyentes y a los antiguos. Tiene que animar, alentar; debe que corregir, enseñar. No solo informar la mente, sino además acariciar el alma y fortalecer el espíritu. Todo eso las cincuenta y dos semanas del año (excepto los pocos días que hay invitados). Alguien dijo que preparar un sermón cada semana era como dar a luz el domingo, solo para darse cuenta el lunes que está embarazado de nuevo.
• El trabajo del pastor muchas veces no es respetado o es desestimado, en primer lugar por los no creyentes, pero también algunas veces por la comunidad cristiana. En una
investigación del Instituto Barna surgió que la profesión de pastor es una actividad menos respetada que la de un vendedor de autos usados.
¿Por qué tomo todo este espacio para marcar las diferencias entre la profesión del pastor y cualquier otro oficio? Para que comprendamos cabalmente y sin sombras de dudas que
estamos ante una persona con necesidades psico-bio-socio-emocionales completamente particulares. No para victimizarnos, pero para entender la naturaleza del desafío que tenemos
por delante a nivel emocional.
*Extracto de “En el ojo de la tormenta de Marijo Hooft”