Por Iris Kowal.
Mi nombre es Iris Kowal, nací en Bueno Aires, y hace 35 años fuimos llamados por el Señor a la provincia de Santiago del Estero, junto a mi esposo Hugo Conde, tuvimos tres hijas y un hijo. La primera ciudad donde nos radicamos fue Añatuya, debido a la profesión de Hugo (instructor de vuelo) fuimos trasladados en dos oportunidades más, a otras localidades del interior de la pcia.
Teníamos 5 años de nuestra conversión, bajo el pastorado del hno. José Sandoval, cuando nos radicamos en Santiago. Buscamos una iglesia en donde poder congregarnos mientras estuviésemos allí, pero Dios tenía otros planes, seríamos nosotros quienes abrirían las primeras iglesias en la pequeña ciudad. Nuestro pastor, nos instruyó y oró para que tuviésemos la bendición del Señor, y aceptamos tomar ese llamado. Más tarde se consolidó la pequeña congregación en Añatuya y entre mates y tortillas (torta asada) compartíamos la palabra, los testimonios y con una vieja guitarra cantábamos chamamés cristianos, de autoría local. Así comenzó la iglesia Jesucristo Reina. Tuvimos la visita del presbítero J. León, el pastor H. Esparza, el evangelista A. Gione y otros queridos pastores, ministraron en ese lugar.
Años más tarde, de la misma congregación, Dios llamaría a la hna. Yolanda Leguisamon, como encargada de obra en la Añatuya. fue una gran emoción cuando abrimos los cimientos de esa iglesia, 20 metros x 12, se plantó una bandera de victoria, Dios ha hecho maravillas y libertó vidas. Recibimos gran ayuda de las delegaciones del IBM; el pastor Francisco Buono y otros. Iniciamos también la visita a un caserío a 15 kilómetros de la ciudad, donde luego se abrió una casa de oración. En esa zona, se establecieron grandes criaderos de cerdos, de diferentes dueños. Lugar que era aprovechado también por los “estudiantes y traviesos” termino denominado para las personas que se iniciaban en la brujería, magia negra y la realización de diversos pactos con Satanás, para obtener “gracias” tales como prosperidad de los campos, dones musicales, o buscando subir niveles de poderes, dentro del satanismo. Hemos presenciado manifestaciones demoníacas en las personas, como transformaciones zoomórficas, en otras expulsiones de gusanos en la superficie de la piel, cómo algo muy común.
La lucha era titánica, pero, tras abrir nosotros la casa de oración, venían otras denominaciones a instalar iglesias cercanas a la nuestra, con el tiempo abandonaban aquellas obras, acostumbrando así, a los nuevos creyentes a ir y venir de templo en templo. Solo unos pocos permanecían, el resto, volvían luego de tener luchas espirituales.
El impacto en la pequeña ciudad fue tal, que se acercó el intendente, directores de escuelas, de instituciones como el ANSES, a prestar ayuda material. Hoy la iglesia la Hermosa, es el centro del barrio Villa Abregú. Ya no quedan chiqueros, se delimitaron las Calles, y cuentan con agua y luz.
Nuestro siguiente destino, a la ciudad de Frías, un lugar con casi las mismas características de todas las ciudades del interior: pobreza, calles de tierra, rostros curtidos por el sol. Durante el tiempo de estadía en Frías, se inició una nueva congregación de unas 20 personas y un anexo a unos 10 km hacia el monte, llamado Choya, (debido al poco tiempo que permanecimos en esta ciudad, decidimos traspasar la congregación a la Iglesia Cuadrangular (Ptor. Terraza), donde hoy aquellos hermanos, ya son parte del cuerpo de líderes de dicha iglesia.
Finalmente, en el 87’, tuvimos el traslado definitivo a la ciudad Capital, de Santiago del Estero. En donde luego de establecernos, y recorrer la ciudad, vimos un templo cerrado y en desuso; nuevamente Dios nos sacudió el corazón emprendedor. El lugar pertenecía a una “avanzada” del Ejército de Salvación y que hacía años que ya no funcionaba como tal, los lideres tuvieron a bien prestarnos un tiempo, hasta que logramos comprar un terreno propio, donde ahora funciona nuestra iglesia central, hacia el norte de la ciudad Capital.
Ahora bien, ¿cómo es Santiago y su gente? La provincia de Santiago del Estero se encuentra al noroeste de Argentina. El territorio provincial tiene una superficie de 136,351 km² con una población de 911,506 habitantes, (2013); se caracteriza por tener un clima semiárido, su paisaje es diverso. Hay escasas inversiones industriales. En el interior, el difícil acceso a la salud, al agua potable. Se observa el abandono escolar, abusos sexuales entre familiares y el índice de suicidio de suicido juvenil, es el más alto del país, por falta de expectativas. Problemáticas con las que nos enfrentamos año a año. Pese a ello, su gente se caracteriza por ser muy hospitalaria, excelentes anfitriones y grandes conservadores de su cultura y tradiciones.
El trabajo con la ellos, requiere de mucha paciencia… paso a paso, ganando la confianza con amor. Normalmente se muestran reacios al que no es santiagueño, y muy desconfiados con las personas de Buenos Aires. Cuando visitamos una familia, generalmente buscamos un tema en común de dialogo, ya que son muy introvertidos, poco comunicativos, (pueden estar mucho tiempo callados tomando mate, sin emitir palabras), pero son muy observadores, y tienen mucha sabiduría. A través de la amistad se pueden romper las barreras del silencio, y se abren a contar sus historias, sus relatos de infancias difíciles, de pobreza, de hambre, de abandono, o de haber sido regalados o dados en adopción a familias adineradas, o a los patrones.
Una de las cosas que abre sus corazones es hablar igual que ellos, tales como “hola mi vieji”, “como ándas negri”, “hola mi hermanita”, “hola don Marcelito”, es importante el contacto y las expresiones de cariño (son extremadamente tímidos, o les cuesta expresar afecto) con el tiempo, un pequeño abrazo fugaz y un beso. En nuestras iglesias, el saludo final es con un gran abrazo, al que esperan con alegría. Al respecto de nombrar al Señor, ellos utilizan la palabra “Diosito”, “tata Dios”, “mi papito Dios” y muchas veces se los instó modificar por esos términos por “Dios es grande” “Dios no es chiquito”, pero la expresión que a nosotros nos puede chocar, a ellos les significa hablar de un Dios personal, mi compañero, mi amigo.
No es aconsejable, evangelizar exclusivamente por medio de donaciones, la política les ha hecho expertos en clientelismo y asistencialismo, entonces relacionan estas acciones con las que han convivido toda su vida. Normalmente luego de recibir un milagro, o alguna dadiva, no toman compromiso con Dios, ni pertenencia a alguna congregación. En nuestras experiencias de muchas veces cuando finalizaban los cultos, se generaban discusiones y enemistades entre ellos, y aun contra los pastores, porque “al otro le han dao más que a mí”. Nuestro fuerte es en la escuela bíblica de niños y adolescentes, por medio de ellos, es posible ingresar a las familias, y ganarlas. El trabajo social, en cambio es efectivo entre la niñez, son muy receptivos a la palabra, son fieles, abiertos, los primeros en llegar, llueva haga frio o calor, ellos nos están esperando.
El machismo es parte cultural de la provincia. Y hemos observado que, ante un problema físico, o económico, los hombres se acercan a pedir oración, y algunos asisten a la iglesia. Con amor y perseverancia es posible ganar su confianza, entre mates, compartir la Palabra. Generalmente, no se congregan regularmente, pero en las diversas actividades de la iglesia, ellos están presentes, (en la construcción, en eventos, en la cocina, etcétera). Las mujeres son más sensibles a lo espiritual, participan de los cultos, evangelizan, visitan hospitales, ancianos, etcétera. Se puede contar en un 80% con ellas, también participan en la construcción de los templos, abren cimientos, locear, ente otras, son mujeres fuertes!
Finalmente, para levantar pastores, el discipulado es fundamental, ofrecer experiencias y participación en las distintas actividades que realice el pastor, transmitir el sentir del pastorado. Incentivando la formación teológica y las redes o consejos pastorales locales. Diferenciar el caudillismo, del liderazgo, concientizar sobre la igualdad del llamamiento, pues el nos ha prometido derramar su Espíritu sobre sus siervas y siervos, para llevar la gran comisión. Amén.