De Jorge D. Arias
Si hay un recurso fundamental para un liderazgo cristiano eficaz, esa es la oración.
Se suele enseñar a la gente que la oración es básicamente hablar con Dios. Pero para quien tiene la digna responsabilidad de dirigir o liderar a otros nunca será redundante enfatizar lo prioritario de este recurso.
Si hay un hombre de Dios que supo afrontar un alto desafío de Dios y culminar exitosamente la misión encomendada, a pesar de infinidad de contrariedades, ese fue Nehemías, copero del rey Artajerjes, luego constructor y restaurador de murallas y finalmente gobernador de la gran ciudad de Dios llamada Jerusalén.
Un estudio detenido del libro de Nehemías nos permitiría comprobar cuan gravitante fue este recurso en la muy eficaz tarea de este hombre de Dios. Nehemías fue llamado por el Señor a restaurar, o más bien iniciar prácticamente de cero, una virtualmente desaparecida obra de Dios. “Los que escaparon de la cautividad están en gran mal y afrenta…y sus puertas quemadas a fuego…” (Neh.1:3).
La oración de Nehemías se realza viendo en primer lugar lo que no hizo este hombre:
- No se detuvo a buscar a los responsables de las ruinas ni a justificar el mal
acontecido. Sospechar de un problema no es comprometerse con esa cuestión.
- No se embarcó en la búsqueda de causas escondidas filosofando sobre los problemas de la obra o tratando de descubrir mínimos detalles ocultos de fuerzas espirituales intervinientes.
- No asumió una actitud condenatoria ni un espíritu de juicio hacia los demás.
- No demandó soluciones de otros ni exigió responsabilidades ajenas.
- No reaccionó con una actitud liviana o superficial o una actitud de indiferencia egoísta.
- No procuró eludir responsabilidades propias ni disimular el problema, ni consentir el mal presente.
- No perdió el tiempo en amenazas, exhortaciones y planes inútiles con elaborados estudios sobre lo que más conviene hacer.
- No especuló con costos humanos, no se puso a calcular ni delegó a representantes que fueran en su nombre a solucionar el problema.
- No empezó a levantar firmas para formar una comisión que arregle las cuentas que sean necesarias.
- Tampoco asumió una arrogancia triunfalista autoproclamándose el portador del cambio, la renovación y el avivamiento.
Lo que sí hizo Nehemías, fue asumir un fuerte compromiso de fe en base a lo que entendió de parte de Dios. Y la mejor evidencia de ese compromiso la manifestó en la oración. Les comparto el siguiente estudio al respecto:
La oración nº 1 de Nehemías (Neh. 1:5-11)
Nehemías oró en pos de la visión de Dios. Ciertamente fue una oración eficaz por las necesidades. Esta visión hoy bien podemos asociarla con la plantación de una iglesia o con la restauración de una obra.
- (Neh. 1:5) Oró invocando a Dios, se predispuso a recibir de El, no del hombre.
Oró con alabanza, elevando el corazón a Dios, y oró con gratitud, abriendo su corazón a Dios.
- (Neh. 1:6) Oró con perseverancia
Jesús se apareció a más de quinientos discípulos, pero diez días después, en Pentecostés sólo había ciento veinte. ¿Y los demás? Cuando la Biblia dice «Orad sin cesar» habla de una permanente actitud o disposición a la oración, no algo espasmódico.
En la parábola de las diez vírgenes no sólo hay un problema de falta de aceite sino también de falta de perseverancia.
- (Neh. 1:7) Nehemías se consideró parte del problema:
Su oración incluye una confesión personal, lo cual implica disposición a la autocrítica, sin excusas ni justificaciones, sin refugiarse en culpas de otros.
- (Neh. 1:8,9) Oró sobre la base de la Palabra de Dios: 1 Juan 5:14-15 dice: “ésta es la confianza que tenemos en él: si pedimos algo según su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye, en cualquiera cosa que pidamos, también sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho”. Nehemías no se aferró a tradiciones, parecer personal u opiniones ajenas, creyó en las promesas de Dios (Neh. 1:9; Dt. 26:33) y aceptó las demandas de Dios (Neh. 1:8; Ro. 4:21).
- (Neh.1:10) Nehemías se identificó con el interés de Dios: Su constante referente es Dios («tú, tus…, tuyos…»). No pretendía que Dios girara en torno a su yo. Era una oración teocéntrica, no antropocéntrica.
- (Neh. 1:11) Pidió con osadía. Dice Proverbios 21:1-“Como los repartimientos de las aguas, así está el corazón del rey en la mano de Jehová; a todo lo que quiere lo inclina”. Artajerjes, su rey terrenal decidiría pero según lo que Dios, su rey celestial quisiera. Dios moverá el corazón de la gente y cambiará situaciones y lugares según nuestra oración de fe. Nehemías se atrevió a orar con atrevimiento.
En conclusión, frente a la necesidad y a fin de solucionarla, Nehemías decidió enfrentar personalmente la situación. Acudió primero a Dios con el problema, se respaldó no en una oración circunstancial sino en una vida de oración, y en su corazón estuvo la disposición adecuada, como para atreverse a pedir que Dios mueva aún lo inamovible, a pesar de todas las oposiciones que pudieran venir. En verdad, Nehemías más que buscar suplir su necesidad ministerial o la necesidad de la obra, ¡buscó satisfacer la necesidad de Dios! La oración es el primer recurso con que nos equipa Dios para ser la respuesta más que a la necesidad del hombre, la respuesta al propio clamor divino.
El Espíritu Santo sigue diciendo: “¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?” (Is. 6:8) La oración “-heme aquí, envíame a mí” fue la acción y recurso Nº 1 también de Isaías.
-¿Quién sigue?