TESTIMONIO DEL DOCTOR BERNARD NATHANSON: ABORTISTA ARREPENTIDO

Bernard Nathanson, proveniente de una familia judía no practicante, creció en un entorno escéptico y liberal, por lo cual, la fe no tenía cabida en su vida, de tal manera que él mismo se reconocía como un judío ateo. Estudió medicina en la Universidad de McGill en Montreal. La influencia de su padre tuvo mucho que ver en su formación académica como en su forma de ver la vida, pues el Doctor Joey Nathanson, también especialista en ginecología, le enseñó que los triunfos más importantes se daban en el aspecto profesional, tanto así que en 1945 lo instigó a abortar su primer hijo.

Mientras estudiaba Bernard se había enamorado de una judía y pensó en contraer matrimonio con ella pues estaba embarazada, así que le escribió a su padre para consultarle con respecto a esta decisión. Él le respondió enviándole quinientos dólares junto a una nota, indicándole que abortase al hijo que venía en camino y viajara de vuelta a Estados Unidos para continuar con su brillante carrera en la medicina. Bernard optó por seguir el consejo de su padre e hizo que Ruth abortará. Ella estuvo a punto de morir de una hemorragia.

Luego durante su residencia en medicina fue asignado a una serie de hospitales, en los que fue testigo del aborto clandestino y sus implicancias. Fue en estos lugares donde conoció al médico Larry Lader, quien estaba decidido a conseguir que se aprobara una ley que permitiese el aborto y que fuese más barato, y él comenzó a apoyarlo en su ideal, así que en 1969 crean la Liga de Acción Nacional por el Derecho al Aborto, por lo cual desde ese momento Nathanson se dedicó a dar conferencias, encuentros políticos que le brindaran apoyo a favor de la ley y a dirigir un centro médico clandestino que practicaba abortos, y para 1972 había sido responsable de 60.000 de ellos.

En 1973, luego de cinco años de pelear por la aprobación de la ley de aborto, la Corte Suprema lo legaliza.

En una carta abierta, Nathanson dio a conocer en 1992 su testimonio personal señalando que una de las tácticas que utilizaron para favorecer la venia al aborto fue la invención de encuestas:

“Nuestro primer gran logro fue hacernos con los medios de comunicación; les convencimos de que la causa proaborto favorecía un avanzado liberalismo y sabiendo que en encuestas veraces seríamos derrotados, amañamos los resultados con encuestas inventadas y las publicamos en los medios; según ellas el 60% de los norteamericanos era favorable a la implantación de leyes permisivas de aborto. Fue la táctica de exaltar la propia mentira y así conseguimos un apoyo suficiente, basado en números falsos sobre los abortos ilegales que se producían anualmente en USA. Esta cifra era de 100.000 (cien mil) aproximadamente, pero la que reiteradamente dimos a los medios de comunicación fue de 1.000.000 (un millón). Y una mentira lo suficientemente reiterada, la opinión pública la hace verdad.”[1]

Pero su realidad cambia cuando abandona el cargo de director de la clínica donde anteriormente practicaba abortos clandestinos para integrarse al equipo del Hospital de St. Luke’s como jefe de la sección de obstetricia. La tecnología que allí se utilizaba era de alto nivel e incluía el ultrasonido, con lo que el Dr. Nathanson pudo observar por primera vez el latido de corazón de un feto en monitores eléctricos, por lo que en esa ocasión fue consciente de las consecuencias de sus acciones.

Dicha experiencia supuso un vuelco en la forma de pensar del Dr. Nathanson, pues con la tecnología se dio cuenta del error cometido y lo reconoce en una revista médica.

En The New England Journal of Medicine, escribió un artículo sobre su experiencia con los ultrasonidos, reconociendo que en el feto existía vida humana. Incluía declaraciones como la siguiente: “el aborto debe verse como la interrupción de un proceso que de otro modo habría producido un ciudadano del mundo. Negar esta realidad es el más craso tipo de evasión moral”.

Esta declaración le valió amenazas tanto a él como a su familia, pero se dio cuenta de que si quería redimirse de los años que llevaba haciendo este tipo de prácticas debía seguir adelante con lo que había iniciado, dar a entender que el aborto es un crimen. Hacía 1984 elabora un documental que muestra cómo se hace un aborto y los daños que puede provocar, al que nombra Un grito silencioso, en el que graba una intervención por medio de un aparato de ultrasonido. El doctor que realizó esta operación luego de ver el video quedó tan impactado que dejó de hacerlo.

El hombre que había sido conocido como el “rey del aborto” comenzó a participar en movimientos de pro-vida, y fue en ellos donde conoció el catolicismo, religión que le dio algo de calma a los tormentos que llevaba en el corazón. Pasó más de una década tratando de encontrar su espiritualidad, periodo en el que la tentación del suicidio estuvo presente constantemente y no encontraba alivio ni en remedios ni en libros de autoayuda. La religión católica lo ayudó a recuperar el camino perdido.

Finalmente, el 9 de diciembre de 1996, a las 7.30 de un lunes, solemnidad de la Inmaculada Concepción, en la cripta de la Catedral de S. Patricio de Nueva York, el Dr. Nathanson se convertía en hijo de Dios.

El hombre que finalmente decidió defender la causa pro-vida, escribió un libro autobiográfico en 1996, conocido como La mano de Dios, en el que cuenta su experiencia en torno a su carrera profesional y los efectos de ésta en su vida profesional, es decir el paso de médico abortista a converso defensor de la vida.

Nathanson declara que aunque la religión marcó una gran transformación en su vida, no fue eso lo que lo hizo cambiar de parecer con respecto al aborto, sino que fue la evidencia científica y tecnológica la que le demostró lo que estaba haciendo, desde ese momento toma la opción de reformar su vida. Esto se dio gracias a los avances tecnológicos que se han dado en el tiempo, especialmente los que tienen que ver con el ultrasonido y la ecografía.

El doctor abortista que terminó sus días defendiendo la vida falleció el 21 de febrero de 2011, luego de una larga lucha contra el cáncer, convertido al cristianismo y convencido de que había sido autor y responsable de miles de muertes.