DE ESTA MANERA CORRO

Por Enrique Strohschein.

La disciplina del corredor

El triunfo en la vida cristiana se alcanza con paciencia y disciplina. No es lo mismo participar en una carrera de velocidad que en una carrera de fondo. Mientras que las carreras de velocidad requieren una reacción explosiva y momentánea, de parte del corredor; en las carreras de fondo se precisa de gran resistencia, coordinación y mucha paciencia.

La vida en Cristo es, sin duda, una carrera de fondo y con obstáculos. Así como un corredor planifica cuidadosamente, cada hijo de Dios, también debe hacerlo. Este debe despojarse de cualquier peso extra o pecado que le impida tener libertad de movimiento. Debe ejercitarse en la paciencia, la cual le permite ir paso a paso, sin desesperación; sin apresuramientos o impulsos. Por último, debe fijar la mirada en el ejemplo de Jesús, quien soportó todas las dificultades, sin dejar de vislumbrar el triunfo gozoso que lograría al final. Por eso, en lugar de estar mirando a los problemas, debe dirigir la mirada al Señor, quien dejó su propia vida como ejemplo de victoria e integridad.

Por eso podemos decir que el éxito de un atleta no depende únicamente de su talento, sino que también incluye sus destrezas físicas y mentales, las cuales se encuentran en constante ejercitación. También así, en la carrera cristiana se requiere una gran disciplina.

¡El creyente no corre la carrera sin un propósito o una meta! Los cristianos que han avanzado en su trayectoria espiritual lo han logrado porque se han disciplinado y han llegado a dejar que el Espíritu Santo guíe sus vidas. La disciplina espiritual es esencial para la carrera que tiene por delante, sin ella no habrá triunfo. Todo corredor debe abstenerse de muchas cosas para obtener la aptitud y la fuerza de ganar la carrera. ¿De qué debe abstenerse en la carrera cristiana? ¿Qué cosas debe dejar para correr más ligeramente? Pasatiempos exagerados, trabajo duro sin propósito definido, escaso descanso y poca búsqueda del Señor, hará que a la corta o a la larga la carrera se torne pesada y desgastante.

El cristiano puede avanzar y llegar a la meta que tiene al frente desestimando todo lo que estorbe y sea molesto al crecimiento de su alma. El enemigo intentará derribar al creyente y traerlo al lugar donde este abandone la carrera y quede descalificado. La carrera se corre legítimamente, como dice 2°Timoteo 2:5, “Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente.” Cuando uno corre legítimamente la carrera cristiana uno se abstiene de todas las cosas que podrían detenerle, o peor, descalificarlo. La legitimidad de dicha carrera también tiene que ver con el “fair play” cristiano, es decir, el juego limpio, sin atajos, ni “avivadas” cristianas, sin medias verdades y tampoco haciendo las cosas sólo por cumplir, sino correr con todas las fuerzas y ganas que vienen del Señor. Es verdad que nadie corre para ser descalificado, ¡Todos corren para ganar! Pero todo va depender de qué manera uno corre la carrera. Dios tiene una gran recompensa para todos aquellos que se disciplinan y se sujetan a las reglas y los mandamientos que Dios nos ha dado. ¡Solo de esta manera el seguidor de Cristo obtendrá una corona incorruptible!

 

Referencia: http://iglesiaemanuelballester.org/2017/07/09/esta-manera-corro/