Por Osvaldo Carnival
Marcos 9:2 “Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte solos a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos. Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos. Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús. Entonces Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. Porque no sabía lo que hablaba, pues estaban espantados. Entonces vino una nube que les hizo sombra, y desde la nube una voz que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd. Y luego, cuando miraron, no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús solo”.
Jesús los lleva aparte a un monte alto, aquí vemos lo que Jesús quiere: pasar tiempo con nosotros.
Desde que experimenté la presencia de Dios nació en mí un deseo de buscar más. Quise más de Dios, anhelaba más, quería conocerle, deseaba crecer, aprender lo que más podía de su Palabra y poder experimentar el toque de su presencia.
Jesús quiere ser un amigo real cada día.
La Palabra dice que lo hicieron solos y a un monte alto. Jesús quería manifestarse y también lo quiere hacer cuando nos tomamos tiempo para estar con Él.
Uno de los tiempos es venir al culto, estamos aparte, conociendo más de Él.
Vemos que subieron a un monte y esto tiene un sentido figurado que habla de encontrarse con Dios. Moisés subió a recibir las tablas de la Ley. Cada vez que alguien quería encontrarse con Dios, subía a un monte y esto hace Jesús con sus discípulos. Siempre cuesta subir. Todo lo que vale, cuesta más de lo común.
Al subir al monte tendremos otra perspectiva de lo que nos sucede. Cuando permanecemos en el barro de lo que pasa todos los días, nuestra visión es limitada. Al tener otra perspectiva encontramos que lo que parecía grande, desde arriba se ve pequeño. Vemos la vida como la ve Dios.
La manifestación de Dios siempre traerá una revelación. Subir al monte hará que cambiemos rotundamente. En el monte nos encontramos con nuestro Padre.
Muchas veces necesitamos encontrarnos con Dios para enfrentar cualquier problema de la vida. Si lo buscamos, Él nos dará todo lo necesario para crecer ante la adversidad. Allí encontramos sanidad.
La función del padre es afirmar al hijo. Si lo maltrata lo reprime pero que distinto es hablar desde el amor, desde el cariño. Lo afirma como persona. Y cuando vamos al monte, a la presencia de Dios, también encontramos amor, abrazo, palabra de afirmación y mucho más. De allí salimos fortalecidos. Dios no es un padre ausente, Él siempre responderá.
Debemos saber que al que debo mirar es a Jesús. Antes aparecieron Elías y Moisés. La Biblia esta repleta de personas llenas de Dios pero nuestra mirada debe estar puesta en Jesús. Así debe ser; en lo que único en lo que debemos concentrarnos es en Jesús. Nuestro mensaje debe ser Jesús. No hables de religión, del Pastor o de la doctrina porque la gente quiere a Jesús. Cuando Jesús está, la unción se manifiesta. Hay milagros.
Al descender del monte se encuentran con otra historia
Marcos 9:14-20 “Cuando llegó a donde estaban los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos. Y en seguida toda la gente, viéndole, se asombró, y corriendo a él, le saludaron. El les preguntó: ¿Qué disputáis con ellos?. Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron. Y respondiendo él, les dijo ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo. Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos”.
Lo interesante es que Jesús se manifiesta en el monte y al bajar se encuentran a los discípulos que discuten con los religiosos por una situación de un endemoniado. Los discípulos habían intelectualizado el evangelio. Estudiaron todo para hablar. Mientras ellos hablaban el endemoniado seguía allí y Jesús da un gran mensaje: el evangelio no son palabras, no es intelectualidad, sino que es Poder de Dios.
En una oportunidad, cuando era chico, en casa teníamos un ventilador y lo quise tocar y me dio una patada que me tiró al piso. Fue mi encuentro con la electricidad.
Uno tiene la experiencia con la electricidad, pero no es un técnico eléctrico o un matriculado. Ellos pueden darte una clase de electricidad, pero yo podría decir no entiendo mucho de esto, pero yo tuve una experiencia.
Muchos tienen el evangelio en la mente, en el conocimiento, pero no conocen la Gracia, el perdón, la restauración, no tuvieron una experiencia práctica. Eso es lo que quiere Cristo, que vivamos un evangelio de experiencias y no de intelectualidad.
El gran secreto del evangelio no es lo que sabemos, sino lo que vivimos.
No necesitamos saber si o si sobre el origen de la misericordia, sino que necesitamos encontrarnos con esa bendición de Dios. Así también con la Gracia de Dios. Debemos experimentarlo. Debemos vivir los principios espirituales.
Te pueden dar cátedra sobre el perdón, pero lo más importante es practicarlo.
Satanás vino a matar, hurtar y destruir, ese es su objetivo, y querrá destruir lo que Dios hizo en tu vida. Lo que le pasaba al endemoniado quería auto destruirse. Así lo quiere hacer el diablo, pero sabemos que Cristo vino a darnos vida y vida en abundancia.
Marcos 9:20 dice: “… y se lo trajeron”.
Cuando vos no puedas con algo, lleváselo a Jesucristo. Él es poderoso. Muchas veces después de una gran victoria el diablo querrá destruirte pero es allí donde debes estar fuerte para reprenderlo y evitar que te robe la bendición de Dios. Pone todo en las manos de Dios.
Marcos 9:20 dice: “… cuando vio a Jesús”.
Todo lo que suceda debe ver a Jesús. Todo lo que emprendas debe estar a la luz de Jesús; nuestras familias deben girar alrededor de Jesús, nuestra forma de ser debe mirar a Jesús. Así los demonios huirán. No podrán tolerar la presencia de Jesús.
Marcos 9:19 dice: “Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo”.
Hay momentos que Dios espera que actuemos según la revelación que tenemos de Él. Aquí Jesús esperaba que los discípulos actúen según lo que habían visto que Él hacía.
¿Cuánta revelación tenes de Jesús? ¿Actuamos de esa forma, hablamos así?.
Debemos ver su Gloria manifestarse en medio nuestro con Poder.
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