Por Walter Serantes
Dios muchas veces hace cosas que no nos agradan. Es innegable que no todo es gozo y victoria en la vida, un ejemplo claro de ello es cuando Zacarias queda invalidado del habla, hasta que se cumple el tiempo y el propósito de Dios, en donde nace Juan el Bautista.
De igual manera Dios ha invalidado muchas cosas en nuestra vida, visiones, anhelos, acciones, y tanto más, dejando así que la vida se nos vaya sin cumplir lo deseado; ¡Cuanta tristeza han traído situaciones como estas a nosotros y a los que nos rodean!
Más debemos elevarnos hasta la altura del Padre, entendiendo o procurando comprender que en lo traumático hay un plan divino, uno que nos llevará a una Gloria superior que alcanzará a generaciones futuras, donde posiblemente nosotros no estemos en el escenario.
Lo glorioso es descansar humildemente en su PLAN, sabiendo que todo en ÉL siempre, en todo tiempo, es perfecto; que es Él quien determina y dirige nuestras incapacidades.
“A los ocho días llevaron a circuncidar al niño. Como querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, su madre se opuso. ? ¡No! —dijo ella—. Tiene que llamarse Juan. Entonces le hicieron señas a su padre, para saber qué nombre quería ponerle al niño. Él pidió una tablilla, en la que escribió: «Su nombre es Juan». Y todos quedaron asombrados. Al instante se le desató la lengua, recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios. Todos los vecinos se llenaron de temor, y por toda la región montañosa de Judea se comentaba lo sucedido. Quienes lo oían se preguntaban: «¿Qué llegará a ser este niño?» Porque la mano del Señor lo protegía.” Lucas 1:59-60, 62-66 NVI
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