Por Angelo Gargano
“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. (Mateo 6:33 RV60)
Si nuestra misión como cristianos es “buscar primero el reino de Dios”, ¿Cómo puede un matrimonio formarse y honrar a Dios, si no es dirigido a la misma misión? No se nos dice que busquemos primero una boda íntima, una vida feliz, hijos obedientes o algo parecido. Jesús nos dice que primero busquemos una y solo una cosa: su reino y su justicia (dos palabras que se definen y se construyen entre sí, creando una única búsqueda).
La búsqueda del reino de Dios no sólo es compatible con la realización de un matrimonio, sino que también está en la base de la intimidad post-enamoramiento.
Una vida y un matrimonio sin este propósito, está destinado a perder su esplendor. Cada pareja de cónyuges cristianos tiene el profundo deseo de cooperar juntos, coordinarse, trabajar como un equipo de escaladores, subiendo hasta alcanzar la cima de sus sueños, aferrándose el uno al otro al final del día.
Dios ha puesto este deseo en el seno de cada pareja casada. Es más que aspirar a la compañía. Es más que la voluntad de crear una nueva vida. Es un tercer deseo, el deseo de hacer algo significativo juntos. Según la palabra de Dios, hemos sido unidos para marcar la diferencia. Nos casamos para una misión.
Estar “casado para una misión” puede revitalizar muchos matrimonios en los que los cónyuges perciben una falta de compatibilidad; la sospecha es que muchas de estas parejas sufren en realidad una falta de propósito. Las palabras de Jesús dirigidas al individuo en Mateo 6:33 son aún más verdaderas para la boda.
Cuando perdemos nuestras vidas, la encontramos. Cuando ponemos la atención fuera de nuestro matrimonio, terminamos fortaleciéndolo.
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Dic, 2017
