Paz en el matrimonio

 Por: Humberto y Eve Jiménez

 La familia pastoral

“Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos” Romanos 12:18

Los mayores motivos de conflicto que pueden llevar a la falta de paz matrimonial son las finanzas, la falta de diálogo y afecto, las relaciones con los amigos y parientes, el tiempo de recreación y esparcimiento, temas espirituales y/o religiosos, la distribución de las tareas domésticas, la disciplina respecto a los hijos.

Tener paz en el matrimonio, y por lo tanto en el hogar, no significa ausencia de conflictos o diferencias. Todos arrastramos nuestras historias personales, todos tenemos una inclinación autocéntrica. Y si sumamos los temperamentos diferentes y las complicaciones de la vida diaria, esto resulta en ¡conflictos!

Para traer paz al hogar hay que reconocer dos clases básicas de conflictos:

-En primer lugar, aquellos conflictos que nosotros creamos por inmadurez, malos hábitos, etc., que debemos ver y buscar eliminar de nuestros matrimonios para no sumarlos a los de la vida conyugal.

– En segundo lugar, los conflictos que simplemente resultan de la vida cotidiana, como el trabajo, la crianza de los hijos, etc., que son los conflictos del presente. Dichosas las parejas que ya solucionaron los conflictos del primer grupo y están abocados en buscar la paz en la vida diaria y presente.

En el conflicto deberíamos saber cómo conducirnos y qué decisiones tomar. Para lograr la paz en un conflicto es necesario que haya una confrontación amorosa y respetuosa al hablar los temas y no evadirlos.

El poeta inglés Woodsworth escribió: “Quien tiene un buen amigo no necesita espejo”. Y en el matrimonio tenemos que encontrar precisamente en nuestro cónyuge nuestro mejor espejo, nuestro compañero, nuestro consejero confiable. Aquí entonces estamos hablando de un matrimonio que ha alcanzado un grado de madurez.

Hay que practicar el perdón a diario. Sin perdón y reconciliación, el matrimonio tambalea. Cuanto antes enfrentemos los conflictos, los conversemos y tomemos decisiones, más fácil será perdonar y realizar cambios.

Es importante:

  • Que cada cónyuge sea responsable de sus actitudes emocionales y de sus acciones.
  • Que cada cónyuge sea responsable de expresar con claridad lo que piensa y lo que le preocupa, siempre en un tono de amabilidad y respeto.
  • Tratar los conflictos en la privacidad del hogar, sin mezclar a terceras personas, a menos que un sabio consejo sea necesario.
  • Ser humildes para reconocer cuando se hayan equivocado.
  • Buscar “atacar el problema y no a la persona”, evitando la crítica innecesaria, palabras acusatorias y dramáticas.

Y esta sabiduría de resolver las diferencias dependerá enormemente de nuestra relación individual con Dios.

La meta de un hogar en paz no es vivir sin conflictos, sino aprender cómo enfrentarlos, y cómo vivirlos. y sobre todo, saber cuál es el trato de cada cónyuge dentro del conflicto.

Quizás tu matrimonio hoy esté en crisis, o quizás no, pero ten presente que tu responsabilidad es trabajar en lo que a tí te toca.. Dios podrá obrar en tu matrimonio con tus acciones y actitudes de fe (Lucas 6.42).

Comienza plantando semillas de inspiración y bendición hoy. No dejes que las semillas de amargura y rencor echen raíces que agrieten tu matrimonio.

Aporta tu madurez y recuerda que tu cónyuge no es perfecto, si no, ¡no se habría casado contigo! (1 Corintios 13.11). En cuanto dependa de ti, mantiene la paz.

Recuperado de https://www.oramos.com.ar/blog/la-familia-pastoral/paz-en-el-matrimonio

Levántese del fracaso (Parte 2)

Los fracasos no son acontecimientos terminales, que marcan el fin de algo, a menos que se lo permitamos. Todo en la vida se aprovecha, y en particular lo que se malogra o no sale como esperábamos, porque tiene el propósito de ayudarnos a crecer. Por eso, es importante que lo vivamos así y no nos desmoralicemos. Hace un tiempo, hablaba con una persona que con mucha sinceridad abrió su corazón. En ese momento, tenía una mochila a su lado, la señaló y me dijo: “Osvaldo, yo tengo una bolsa llena de sueños rotos”. Esto me impactó profundamente, porque encontró las palabras justas para describir ese momento de la vida cuando uno de repente se detiene y dice: ”¡Cuánto dolor, cuánto fracaso!”. 

Al respecto, el consagrado golfista Roberto De Vicenzo sostenía que “el golf no es apto para quienes tienen poca tolerancia al fracaso. La frustración puede ser constante e intensa. Por eso, muchos empresarios exitosos abandonan este deporte casi de inmediato”. Sepa que el fracaso no es el que lo moldea, sino la manera en la que reacciona frente a una derrota. Es decir, no es determinante en la vida de nadie, lo es la forma como se reacciona ante las circunstancias adversas. En el camino hacia el triunfo, siempre va a tener que detenerse inevitablemente en estaciones de fracaso. 

A mí me gusta mucho leer biografías, me he sorprendido al enterarme que infinidad de personas exitosas, que triunfaron en la vida, han estado marcadas por profundos momentos de fracasos. Usted preguntará: “¿Cuál fue la virtud que les permitió triunfar?”. Quizás se lo atribuya a su inteligencia, algún  talento innato o su capacidad. Temo decirle que no. La clave del triunfo estuvo en la actitud que tuvieron cuando todo se derrumbó a su alrededor, fueron personas que se atrevieron a levantarse en medio del fracaso. 

Muchas veces esta sociedad, que se caracteriza por su alto grado de competitividad, nos hace sentir perdedores. En estas situaciones o momentos poco importa la opinión de los demás, lo importante es que no la tomemos como una verdad absoluta, que no la creamos a pie juntillas. Lo fundamental es que consideremos la apreciación del resto como algo irrelevante. De ninguna manera debemos conformarnos con ese criterio establecido, no nos tenemos que entregar. Pues siempre es posible aprender del fracaso, para poder levantarnos y seguir adelante.

Todo cambio se genera a través de la alteración de las actitudes y de los hábitos de pensamiento. Entonces, lo correcto será comenzar a buscar las modalidades más viables para que las cosas se puedan concretar, en vez de buscar las razones para explicar por qué no se pueden hacer.

La gente no fracasa porque no puede superar los obstáculos, sino porque se da por vencida. El mensaje crucial para el día de hoy es que tenemos que ser perseverantes. La perseverancia es el hábito de seguir adelante hasta alcanzar los objetivos. Mientras más tenaz e infatigable sea usted, mayor garantía de éxito tendrá. 

Estimado ministro, perseverar en las promesas que Dios le hizo es clave para ver Su obra manifestarse en su plenitud. Cada “Sí” y cada “Amén” que damos en respuesta a Su llamado, y darán fruto en su debido tiempo. En estos tiempos de desafíos, Argentina clama por más iglesias, lugares donde la fe se fortalezca, las vidas sean transformadas, y la luz de Cristo brille con más fuerza. Sigamos avanzando con valentía, sabiendo que el Señor es fiel para cumplir lo que ha prometido. ¡Adelante, que la cosecha es grande y el tiempo es ahora!

Así que no se dé por vencido jamás. Porque mientras haya vida, habrá perspectiva de triunfo.

Los fracasos son oportunidades para crecer

La manera que enfrentemos el fracaso será determinante para alcanzar el destino que tenemos en esta vida.

Cuenta la historia que Sir Edmund Hillary, un alpinista y explorador neozelandés, que nació en 1919,  varias veces trató de escalar el monte Everest y falló en todos sus intentos. Pero, en uno de esos ascensos en que no logró llegar a la cima, le sucedió algo muy interesante, se rebeló. Según ciertas versiones, luego de su intento fallido, Hillary parado al pie de la gran montaña, sacudió su puño cerrado y exclamó: “¡Te venceré! Porque tú no puedes ser más grande de lo que eres, pero yo todavía estoy creciendo”. De este modo y con esta idea, continuó su carrera de alpinista. No se desalentó, insistió, lo intentó nuevamente, y logró su cometido. El 29 de mayo de 1953, marcó un hito en la historia, se convirtió en el primer hombre que llegó a la cima del monte Everest.

Como en este relato, los problemas tienen un propósito en la vida. El hecho de no alcanzar una meta, de equivocarnos, de cometer errores, de haber sido protagonistas de una discusión, de haber sufrido algún desencuentro; todo esto tiene un propósito y es que logremos crecer por medio de ellos. Cuando no lo comprendemos de esta manera y nos instalamos en la queja o bajamos los brazos, se genera un propósito totalmente contrario. Los problemas, entonces, tienen la capacidad de matar nuestro entusiasmo y toda posibilidad de crecimiento, nos sentimos morir. Su efecto es negativo y devastador. 

Pero, ellos, además de producirle amargura, resentimiento, odio, sentimientos de inferioridad, o de que nadie lo tiene en cuenta, también pueden ser generadores de crecimiento, de aprendizaje. Sin embargo, las contrariedades, las cosas negativas que le suceden en la vida pueden convertirse en positivas. Esto dependerá exclusivamente de la decisión que tome frente a los problemas: darse por vencido o bien seguir adelante al tratar de superarlos.

Sigamos adelante Dios renovará nuestras fuerzas para continuar con su obra y abrir Más Iglesias para alcanzar a toda la Argentina para Cristo. Dios tiene un propósito con su vida.

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UNA HISTORIA DE ORACIONES CONTESTADAS

POR CARLOS VALDEBENITO

Mi nombre es Carlos. Hace 8 años salimos junto a mi familia desde la Patagonia Argentina rumbo a España con un proyecto definido. Recuerdo en mi tiempo de gira recorrer las iglesias argentinas presentando lo que Dios había puesto en nuestros corazones, y cómo nos imaginábamos que podríamos llevar adelante tantos planes.
Desde el día que llegamos a España comenzamos a trabajar el Departamento Nacional de Misiones de España (DEMADE), y fue tan satisfactorio ver el cumplimiento de tantos sueños. Colaboramos en la promoción de misiones, ayudamos a armar la red de promoción, recorrimos iglesias enseñando del tema, colaboramos con la escuela de misiones, entre tantas otras cosas. Para nosotros no era algo nuevo, porque era lo que llevábamos haciendo ya por 20 años en nuestro país. Así que estábamos cómodos desarrollando esa tarea, y llevando adelante lo que habíamos planeado.

Sin embargo, al tiempo Dios cambió un poco nuestros planes. En nuestro caso fue luego de la pandemia, y ahora, viendo hacia atrás, podemos asegurar que Dios no solo cambió nuestros planes, sino que los mejoró. Después del 2021, como familia nos mudamos a un pueblo pequeño, llamado Torrejón del Rey. Allí comenzamos a ayudar a varios vecinos a limpiar sus casas, pues luego del tiempo de la pandemia, muchos jardines estaban descuidados, con el pasto crecido después de tanto tiempo sin cuidado. Muchos vecinos eran ancianos y no podían hacerlo sin ayuda, así que nos ofrecimos a dar una mano. Sin darnos cuenta, pronto teníamos cerca de diez familias que querían que ayudemos a abrir una iglesia en ese lugar. Nosotros nunca nos imaginamos ser pastores aquí en España, ni mucho menos abrir una iglesia. Es verdad que siempre en Argentina colaboramos en el ministerio, y hasta ayudamos a abrir una obra en Comodoro Rivadavia, pero apoyando a nuestros pastores.
No era algo que estuviera en nuestros planes, pero entendíamos que Dios abría una puerta en esa dirección.
Cuando comenzamos esta tarea, comenzamos a reunirnos en un descampado donde habían algunas mesas. Comenzamos haciendo algo con los jóvenes, compartiendo una palabra y, principalmente, pasando tiempo con la gente. Pero al poco tiempo, el grupo había crecido. Y fue así como el 3 de mayo del 2021 realizamos la primera reunión formal en el salón de un hotel, donde asistieron más de 50 personas. Realmente todo había crecido muy rápidamente.
Estuvimos cerca de tres meses reuniéndonos en el hotel, hasta que nos mudamos a otro pueblo llamado Camarma de Esteruelas. Es un pueblo muy lindo, con cerca de 8500 habitantes. Y recorriendo el pueblo vimos un lugar con mucho potencial para ubicar la iglesia.

Averiguando sobre este local, nos enteramos de que había estado cerrado y abandonado por 10 años. Antiguamente fue un restaurante llamado “El Mar Rojo”, que funcionó por un tiempo, pero no le fue bien financieramente y cerró. Sin embargo, al poco tiempo estuvo a punto de reabrir, pero para funcionar como prostíbulo.

También nos enteramos de que desde hace muchos años en este mismo pueblo funcionó una base de misioneros de Estados Unidos. Como fruto de esta base nació una escuela cristiana, que aún hoy permanece en el lugar. Y cuando uno de los profesores de la escuela supo de los planes para este lugar, junto con alumnos de 13 y 14 años fueron a rodear el edificio, orando para que el prostíbulo no pueda abrir, y que en su lugar se abra una iglesia.

Dios escuchó esa oración, y el prostíbulo nunca abrió sus puertas. Y por más de 10 años

el lugar permaneció cerrado. Desde aquel día nada cambió, hasta que llegaron unos misioneros argentinos sin experiencia pastoral, pero dispuestos a obedecer a Dios.

Se podía ver Su mano detrás de todo el asunto. En la primera reunión que tuvimos con los dueños del lugar nos bajaron el precio de alquiler. Todo se fue encaminando, y luego de mucho trabajo para reacondicionarlo, ya en noviembre de ese año, estábamos abriendo las puertas de la iglesia. Sin nosotros planearlo, experimentamos como Dios estaba contestando aquellas oraciones realizadas 10 años atrás. Y vemos como la iglesia
continúa creciendo. Este mes estamos cumpliendo ya 3 años, con un lindo grupo de más de 90 personas.
Estos años han sido de mucho aprendizaje. Entendemos que Dios nos llamó, y que Él va poniendo gente a nuestro lado para que se pueda ir formando. Siempre decimos en los equipos que Dios nos ha permitido formar que no queremos ser el techo de nadie, sino el piso en el que puedan tener sólidas bases, y que puedan construir sobre ellas.

Hoy podemos decir que el pastorado, dentro de nuestra experiencia misionera, nos ha hecho crecer mucho. Entendemos mejor la cultura, hemos madurado bastante, y Dios nos permite ver los frutos de todo lo sembrado. Incluso podemos ver con gran alegría que nuestros propios hijos son parte del ministerio en la iglesia.

Cuando realizábamos nuestros planes misioneros teníamos una idea de lo que era la iglesia española. Al pisar estas tierras y trabajar con las iglesias, fuimos aprendiendo mucho más. Y algo que puede llamar la atención es que, si bien las iglesias están en España, muchas veces los españoles en ellas son una minoría. Los latinos le han dado mucho dinamismo a la iglesia, y eso es muy atractivo. Pero en ciertos casos, muchos españoles no sienten como propia a la iglesia.
Al abrir la iglesia, sentimos de parte de Dios que debíamos prestar atención a ello, y hoy en día vemos con alegría que un gran porcentaje de españoles están llegando y permaneciendo en la iglesia. Y esto también representó un gran aprendizaje para nosotros.

Pues las culturas son diferentes, y las estrategias también necesitan serlo. Con los latinos teníamos experiencia y sabíamos cómo realizar el trabajo, pero con los españoles debíamos aprender. Pero más que quejarnos por las diferencias, el desafío fue aprender de ellos y adaptarnos.

Como iglesia buscamos que nuestro trabajo sea tanto adentro, como afuera de la iglesia. Trabajamos mucho en evangelismo, y también en la parte social en el pueblo. Hace poco nos presentamos ante la alcaldesa para ofrecer nuestras manos en cualquier tarea que el pueblo necesitara, y ella estaba sorprendida. Era muy raro para ella que alguien se presentara ante ella no para pedir algo, como siempre sucede, sino a ofrecer ayuda.
Entonces nos dijo que veía un cambio positivo en el pueblo gracias a la iglesia. A veces no nos damos cuenta del impacto que la iglesia puede tener. Siempre buscamos que la gente pueda volver a mirar a Jesús, y ciertamente Él se está mostrando en Camarma de Esteruelas por medio de Su Iglesia.
Por eso queremos alentarte a que puedas decirle que sí al llamado de Dios. A los ojos humanos muchos planes parecen imposibles. Por ejemplo, uno podría preguntarse qué puede lograr una familia de la Patagonia, apoyados por la iglesia de un país en crisis, en Europa. Pero Dios es el que sigue abriendo las puertas, y quien sigue proveyendo para que se haga su obra.

LA FORMACIÓN INTEGRAL DEL ADULTO CRISTIANO

Alba Lys Llanes L.

 

…hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. (Efesios 4:13)

 

Para nadie es un secreto que el genuino discipulado cristiano no es un mero curso de algunos meses, en que enseñamos el “ABC” del Evangelio, a los nuevos convertidos. Tampoco es un programa especial de entrenamiento de cierto tiempo de duración, preparatorio para la formación de líderes. El discipulado bíblico es para toda la vida. Somos hechos discípulos del Señor inmediatamente que, en el orden espiritual, pasamos a ser parte del Cuerpo de Cristo, de la Familia de la Fe. Ahora bien, cuando hablamos de discipulado, hablamos de enseñanza-aprendizaje… hablamos, por tanto, de educación… de educación cristiana. Entonces, si el discipulado es para toda la vida, la educación cristiana lo es. En otras palabras, el proceso educativo (léase formativo) espiritual cristiano integral debe abarcar todas las edades. La educación cristiana se extiende desde la cuna hasta el cielo, hasta que el creyente parte de esta tierra para estar con el Señor. Y decimos de la cuna, refiriéndonos ya sea al nacimiento biológico como al nuevo nacimiento, aunque se debe señalar que, como señalan expertos educativos cristianos, aun en el vientre de la madre, una criatura puede comenzar a ser ministrada espiritualmente. 

 

No obstante a lo dicho anteriormente, hace aproximadamente unos cincuenta años, comenzó a producirse un fenómeno eclesiástico que fue extendiéndose, ya lenta ya rápidamente, por un sector de la cristiandad evangélica, particularmente la pentecostal. Partió del mundo anglosajón, y llegó a Hispanoamérica de la mano de nuevos movimientos que traían un viento refrescante para la nueva  época, pero que también fueron barriendo con conceptos y prácticas establecidas de mucho tiempo, algunas de las cuales habían jugado un papel importante en la formación de los creyentes. Como producto de esos cambios, por ejemplo, la escuela bíblica para adultos tendió a desaparecer. Mientras que proseguía entre los niños y, a veces, los adolescentes, la educación sistemática y permanente, dirigida a los adultos, se fue borrando en el seno de muchas iglesias locales. Las antiguas clases de escuela bíblica, para edades superiores, desaparecieron. Fueron sustituidas por programas de discipulado, cortos y veloces, generalmente para nuevos convertidos. Tanto los ya no muy nuevos creyentes que emergían de esos programas, como los niños y adolescentes que terminaban la escuela bíblica, fueron quedando atrapados en un vacío de formación educativa posterior, solo llenado de manera asistemática por eventuales talleres y seminarios, y alguna que otra esporádica prédica bíblico-doctrinal. El resultado ha sido lamentable: la presencia de un creciente y cada vez más generalizado analfabetismo bíblico y doctrinal, que ha desembocado en la falta de firmeza e, inclusive, de compromiso en los creyentes adultos. 

 

Como producto de lo dicho anteriormente, se hace imperioso revertir este ominoso proceso, con la ayuda y guía del Espíritu de Verdad. ¿Cómo lograrlo? A continuación, se expondrán una serie de principios fundamentales, ideas-fuerza cuya aplicación responsable podría imprimir un giro de 180 grados al rumbo descrito. Estos principios pueden ser formulados de la siguiente manera.

 

La formación integral del adulto cristiano debe:

 

  1. Ser encarada de manera responsable. Su consecución debe partir de la firme voluntad de los líderes en las iglesias locales, para obedecer lo que, de manera amplia e incuestionable, ha sido establecido en las Escrituras, y contra lo cual no hay argumento humano que pueda levantarse, por muy “espiritual”, “piadoso” y “pentecostalmente poderoso” que pudiera parecer: la letra mata pero el espíritu vivifica, el conocimiento envanece, la unción del Santo nos enseña, son “clichés” emanados de la interpretación defectuosa de la Palabra de Dios, que deben ser eliminados, para dar lugar a un proceso educativo, formativo, integral y dinámico en los creyentes.
  2. Ser sistemática. Debe ser un proceso ordenado que lleve al adulto cristiano desde lo simple a lo complejo, de lo superficial a lo profundo, en el conocimiento conceptual y experimental de Dios y su obra. Debe ser organizada con objetivos  claros, estrategias bien definidas, y contenidos coherentes y pertinentes, que permitan tanto al creyente nuevo como al de años, seguir creciendo dinámicamente en su vida cristiana.
  3. Tener como objetivo la formación integral en todas las áreas de conocimiento espiritual: bíblica, doctrinal o teológica, de vida cristiana y de servicio cristiano. Es imprescindible transmitir el conocimiento del contenido de la Biblia, y de las doctrinas cristianas bíblicas, ya que el mismo constituye el cimiento y las columnas del edificio de la vida espiritual. Y entonces, el conocimiento práctico de vida y servicio cristianos se constituirá en las paredes sólidas, los  nuevos pisos proyectados hacia alturas inimaginables, donde el “límite” es “la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.
  4. Integrar el conocimiento teórico conceptual con el conocimiento experimental práctico. Se trata de conocer no solo intelectualmente el contenido de la revelación, sino llevar al creyente a una experiencia genuina y profunda con el Dios de la revelación. Un ejemplo: el creyente adulto debe conocer qué dice la Biblia acerca de los atributos morales de Dios, debe compenetrarse con los pasajes bíblicos que, de muchas formas, nos muestran el amor, la bondad, la misericordia, la justicia y la santidad de nuestro Señor. Entendamos bien: si ese creyente no conoce lo que la Escritura dice al respecto, ¿cómo lo experimentará? ¡Se le debe enseñar, por tanto, lo que ella dice, y llevarlo consecuentemente a experimentarla en carne propia, a vivir ese conocimiento adquirido, que lo transformará y formará!
  5. Preparar al creyente adulto, como miembro del Cuerpo de Cristo, para cumplir la misión de Dios a través de la iglesia, en toda la dimensión que esto representa: proclamar el Evangelio por todo el mundo; hacer discípulos a todas las naciones; ser testigos hasta lo último de la tierra; ser la voz profética en medio de la maldad y la desesperanza del mundo; manifestar el amor de Cristo a través de la comunión y el servicio; rendir la absoluta adoración, la gloria y la honra al único y soberano Dios, nuestro Señor.

 

No importa si se le llama escuela bíblica, discipulado, o si se le da cualquier otro nombre, ¡volvamos al modelo original!: el poderoso modelo de la iglesia primitiva, en el que los creyentes todos no importa de qué edad “perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:42), en un proceso de formación y transformación hacia la plenitud de Cristo.

 

Alba Llanes. La formación del adulto.

3 CLAVES PARA DESARROLLAR TU FE

Por: Por Osvaldo Carnival

A veces esto se vuelve difícil y desgasta nuestra vida espiritual. En esta nota quiero compartirte 3 claves para desarrollar tu fe. 

  1. La fe es caminar con convicción y certeza

Hebreos 11:1 nos dice que “La fe es la certeza de los que se espera y la convicción de los que no se” y esta tan sencilla pero poderosa definición nos ayuda a repensar nuestro diario caminar y las decisiones que tomamos.

Cuando tengo la convicción y certeza de que Dios está conmigo, que nada me va a faltar, que Él estará conmigo siempre, la vida cobra sentido y uno se relaja, se siente confiado y seguro. En cambio si miramos la vida sin la convicción y certeza de que Dios está al mando, nuestra vida se llena de incertidumbre y todo se vuelve muy difícil y la mirada se vuelve a los temores e inseguridades; por eso la fe es el antídoto a todos los temores de la vida.

  1. La fe determinará cuán usado serás por Dios

“De acuerdo a tu fe, será hecho”, es la afirmación Jesús le decía a las personas que recibían sus milagros y si lo trasladamos a nuestra vida, a cada instante Dios nos está diciendo lo mismo: “de acuerdo a tu fe, te usaré para llevar mi Palabra”, “de acuerdo a tu fe, se abrirán nuevas puertas”, “ de acuerdo a tu fe, alcanzarás la promesa”.

Tenemos la necesidad de responder a esa confrontación y ver cuánta fe tenemos para entregar todo de nosotros para que Él haga su obra en y a través nuestro y estoy seguro que si ponemos el 100% de nuestra fe en sus manos podremos ver grandes victorias en nosotros, en nuestras familias y cada uno de los que nos rodean.

  1. La fe te llevará a vivir sin límites

Todos los problemas tienen solución, para el que cree todo es posible con Jesús. Si la fe la ponemos en nuestras fuerzas y conocimiento, lo que podremos alcanzar será limitado, pero si nuestra fe está en Jesús, no hay límites porque Él es todopoderoso.

Dios es capaz de hacer las cosas de una forma mucho más abundante de lo que pedimos, por eso no pongas un freno a tu fe, no desistas, porque si esperamos en Jesús veremos obrar su mano en favor nuestro.

Dios tiene pensamientos que sobrepasan lo que creemos y entendemos, entonces no desaprovechemos el valor de la fe para así alcanzar cada una de sus promesas. 

Tengamos fe en que veremos una Argentina transformada por Más Iglesias siendo plantadas. Debemos tener fe en que Dios nos dará los recursos necesarios para llevar a cabo cada obra. La expansión de las iglesias no solo fortalecerá la fe y la comunidad, sino que también tendrá un impacto positivo en la sociedad en su conjunto. Con cada nueva iglesia, se abre una puerta para compartir el amor de Dios, brindar apoyo a aquellos que lo necesitan y promover valores fundamentales como la solidaridad, la compasión y la justicia. Que nuestra fe nos impulse a trabajar incansablemente por el bienestar de nuestra nación, confiando en que Dios nos guiará y nos proporcionará los medios necesarios para hacer su voluntad en la tierra.

La fe es esperar lo mejor, es tener la absoluta certeza que teniendo a Jesús de mi lado todo es posible. Te invito a tomar la iniciativa y poner en práctica tu fe.

mano elevada al cielo

Nuestra Esperanza está en Él

Estimados ministros UAD,

La Palabra de Dios y en la realidad de nuestro tiempo. En la Biblia, encontramos más de 50 ocasiones en las que Dios nos exhorta con la frase “no temas”. Este mensaje, repetido a lo largo de las Escrituras, resuena especialmente en la vida del pueblo de Israel. Nos insta a no temer al permanecer en Él, a no temer ante las adversidades y a no temer cuando las circunstancias parecen adversas.

Un sinónimo directo para la palabra “temor” es “miedo”. El miedo es una fuerza que busca inhabilitarnos en la tarea que estamos llevando a cabo. Lo peculiar y particular del miedo es que paraliza; no permite avanzar y produce estragos en aquellos que lo sufren. En nuestra época, marcada por avances acelerados en la comunicación y el acceso instantáneo a las noticias a través de los medios, el miedo tiene más posibilidades de aparecer y afectarnos.

Es crucial comprender que la interpretación de ese miedo puede afectar a las personas, a nuestro ministerio y a nuestra Iglesia. No obstante, recordemos que el miedo es una mentira que no puede dominar a la Iglesia. Por medio de Jesús, el miedo fue destronado; perdió toda autoridad legal sobre nosotros. No somos esclavos del temor, ya que somos hijos de Dios. Como hijos, recibimos una esperanza a través de Cristo Jesús. Esta esperanza nos permite dirigirnos a nuestro Padre celestial, decir “Abba, Padre”, y seguir creyendo en el mensaje del evangelio, confiando en que Él estará con nosotros hasta el final.

Querido pastor, te animo a volver a la base de todo, a lo que nos llevó a decirle sí a Él: la esperanza en Jesucristo, nuestro autor y consumador de la fe. En este año 2024, visualizo a cada ministro de la UAD, como miembro de nuestra Iglesia, siendo personas llenas de esperanza, sin temor, con sus ojos puestos en Jesús, independientemente de la temporada que estén atravesando.

Sigamos creyendo en lo que Dios nos dice, recordando que, sin importar las circunstancias en Argentina, Dios se encargará de todo porque nuestra esperanza está en Él.